Obituario: Ewa Podlés, “pedazo” de contralto
Ewa Podleś, “pedazo” de contralto
“Pedazo de sultana” le dice Mustafà a Isabella en mitad del segundo acto de L’italiana in Algeri. Además de ser un “pedazo de Sultana” cuando cantaba esta ópera de Rossini, Ewa Podleś era un “pedazo” de contralto y toda una señora cantante. En todos los sentidos. Dotada de una penetrante voz de contralto coloratura cuyo rango vocal abarcaba con homogeneidad una tesitura que superaba las tres octavas, era una artista especialmente querida en España, donde su figura entrañable fue constante durante tres décadas. Ewa ha fallecido el viernes, 19 de enero, en Varsovia, su ciudad natal. Contaba solo 71 años (nació el 26 de abril de 1952) y llevaba tiempo seriamente enferma. Su voz poderosa y caudalosa, de auténtica contralto, sirvió numerosos papeles de muy diferentes repertorios. Su deslumbrante y bien modelada técnica le permitía abordar con éxito muy diferentes papales, que envolvía con una expresividad siempre dúctil e inteligente. También, cuando tocaba, con su contagiosa vis cómica. Triunfó en papeles tan diversos como Tancredi y Angelina de Rossini, Rinaldo de Händel, Orfeo de Gluck, la Ulrika de Un ballo in maschera o la Erda wagneriana.
Era, además, estupenda recitalista y cantante de concierto. Inolvidables son sus interpretaciones de las canciones de Chopin, Rajmáninov o Shostakóvich, la hondura que otorgaba a la Tercera sinfonía de Mahler o el dramatismo narrativo que aportaba a las cantatas Alexander Nevski de Prokófiev y Giovanna D’arco, de Rossini, que en 2004 cantó en la Quincena Musical de San Sebastián en la orquestación de Salvaltore Sciarrino, junto con la Filarmónica de Londres y Vladímir Jurowski. Cantó mil y una veces el Requiem de Verdi. Ningún presente podrá olvidar su interpretación, en la segoviana Plaza de San Esteban, con la Sinfónica de Tenerife y el Coro Nacional de España, dirigida por Víctor Pablo, integrada en un cuarteto solista en el que también figuraron Fiorella Burato, Aquiles Machado y Alexánder Anisimov. Incluso grabó y cantó El amor brujo, como hizo en la Expo-92 de Sevilla, dirigida por su paisano Krzysztof Penderecki. Fue en el Teatro Maestranza, con la Sinfónica de Varsovia. Era el día de Polonia, y asistió Lech Wałęsa, por aquel entonces presidente de Polonia.
Se había formado en la Academia de Música de Varsovia con Alina Bolechowska. Ya en aquella época estudiantil debutó en la Ópera de Varsovia, en 1975, como Dorabella (Così fan tutte). Dos años después, en 1977, ganó los concursos de Ginebra y Atenas. Fue el comienzo de su imparable carrera internacional. En 1984 se convirtió en solista residente de la Ópera de Varsovia, donde cantó, entre otros roles, papeles de coloratura de Rossini (Rosina de El barbero de Sevilla, Angelina de La Cenerentola) o Carmen de Bizet.
Desde entonces, su figura amable ha sido bienvenida ininterrumpidamente en los mejores teatros y salas de concierto de Europa y América. En 1984 se presentó en el Festival de Aix-en-Provence como Rosina; en el Metropolitan de Nueva York como Rinaldo de Händel, y en París, en el Théâtre Châtelet, con el mismo rol, así como Adalgisa de Norma de Bellini en Vancouver. La relación de papeles, títulos y teatros es inmensa: desde Tancredi de Rossini en Scala a la marquesa de Berkenfeld en La fille du régiment de Donizetti que cantó en 1996 en este mismo teatro, o su regreso al MET, en 2008, con La Cieca de La Gioconda, de Ponchielli. En España cantó en todos sus mejores teatros y festivales: Tancredi en el Teatro de la Zarzuela, en 1977 (dirigida por Alberto Zedda en la producción de Pier Luigi Picci); Ulrica de Un ballo in maschera que coprotagonizó en el Teatro Real dirigida García Navarro (1998); Isabella de L’italiana in Algeri en A Coruña, en el marco del Festival Mozart, en junio de 2002, con la batuta amiga y frecuente de Alberto Zedda, o, entre otros muchos más, la madrastra de Cendrillon de Massenet, que interpretó en su muy querido Liceu en diciembre de 2013
Fue precisamente el Liceu el último teatro que albergó una actuación operística de la Podleś. Tras una representación de La fille du régiment en mayo de 2017, ella misma anunció que “a partir del 1 de junio, interrumpiré temporalmente mi carrera escénica debido a una próxima operación ortopédica, aunque sí continuaré, no obstante, con mi actividad docente”. Fue, de acuerdo con su propia página web, su última actuación. Con su desaparición, el mundo de la lírica y la afición de España en particular pierden a una de sus más fieles y cercanas protagonistas. También a una de las mejores y más genuinas contraltos. Pero, sobre todo, a un “pedazo” de persona. El pasado 7 de noviembre Ewa Podleś había enviudado de su marido, el pianista polaco Jerzy Marchwiński. Toda una historia. Justo Romero
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