Obituario: fallece Fernando Peregrín
Un hombre del Renacimiento
“¡Qué buena están estas gambas!”. Exclamación coral durante un aperitivo en la antigua Cervecería y marisquería Rianxo sita en la calle Raimundo Fernández Villaverde de Madrid. Éramos un animado grupo en el que la voz cantante la llevaba un joven Fernando Peregrín, portavoz de la familia reunida para la ocasión: los padres, tres hermanos, una hermana y el firmante, que había conocido al amigo en las colas para los conciertos de la Orquesta Nacional, apostadas ya en aquella época en los costados del Teatro Real, todavía no reabierto. Las actuaciones aún tenían lugar en el Palacio dela Música y en el Teatro Monumental.
Fernando, siempre activo, intervenía en las asambleas de los colistas, se imponía con su bien timbrada voz de tenor heroico y animaba el cotarro. Corrió el tiempo y el amigo, que junto a sus hermanos colaboraba en el excelente negocio paterno, una empresa destinada a la fabricación y distribución de material sanitario, en estrecho contacto con hospitales, casado al poco con la gentil Blanca, azafata de Iberia, no paraba de viajar de aquí para allá visitando las principales sedes operísticas europeas y americanas y tomando contacto con directores, cantantes y empresarios.
No se le escapaba una. Dominaba los resortes de la compleja red informativa, y hablaba un perfecto inglés. Lo que le fue muy útil para escribir con gran conocimiento de causa sobre todo ello y para alimentar una serie de programas emitidos durante meses por Radio 2, la actual Radio Clásica, allá por mediados de los ochenta. El contagioso poder de comunicación de Fernando no conocía fronteras. Aunque la vida le había venido dejando profundas y dolorosas señales, como si la hermosa dama de la guadaña que pitaba Schubert en su lied La muerte y la doncella, lo hubiera desafiado: en poco tiempo su esposa, víctima de una hemorragia cerebral, y sus padres y hermana, a consecuencia de un terrible, impensado y fatal accidente de tráfico, se fueron de este mundo.
El amigo no agachó la cabeza. Se recompuso el negocio familiar, en el que hubo disidencias, aunque ya, con el sedimento de la tragedia instalado en su ser, sus miras fueron ampliándose y comenzó a interesarse, sin dejar de escuchar y de ver música, sobre todo ópera, por otros temas. Se casó de nuevo y aparecieron otros hijos. La epistemología fue entonces el centro de sus miras. Alejado de Madrid durante unos años, volvió con nuevas ínfulas e intereses y se movió en distintos planos. Sus colaboraciones con revistas científicas comenzaron a llamar la atención. Aunque nunca se apartó realmente del universo musical, sobre todo operístico. Su amplia cultura, sus contactos, su conocimiento de tantas ramas del saber le proporcionaban munición para hablar de esto, de aquello y de lo de más allá. Conversador nato, siempre era un placer debatir con él en torno a cualquier tema.
Hace unos años, una cruel enfermedad se instaló en su organismo. Luchó contra ella a brazo partido y siguió escribiendo, viajando y gozando de la música de sus entretelas, conociendo a cantantes de toda nacionalidad y glosando sus méritos. Al tiempo que no cejaba de profundizar en otras materias y, en particular, las relativas a la pandemia, sus consecuencias y sus derivadas científicas. Estaba al tanto de todo y razonaba con los datos en la mano; mientras la enfermedad avanzaba y corroía su organismo, ya que no su mente, siempre activa, creativa, procelosa, caudalosa, fértil y productiva. Muchos nos hemos mirado más de una vez en su talante, su estoicismo y su poner buena cara a os malos tiempos.
Ahora que el amigo ha desaparecido vemos el hueco que nos va a dejar. Su último gran gesto ha sido el de donar su maltratado cuerpo a la ciencia. Descansa en paz, Fernando, en compañía de María Callas, Renata Tebaldi, Alfredo Kraus o Guiletta Simionato, algunos de los cantantes que admiraste y a los que en ocasiones te pudiste acercar. Arturo Reverter
Descansa en paz, sabio amigo.
Muchas gracias, Arturo. Un fuerte abrazo.
Aunque hace ya más de 20 años que deje de tener noticias tuyas, siempre me acordé de tí y siempre te recordaré. Descansa en Paz.
Descansa en paz, Fernando, siempre querido y bienvenido en casa de la familia Mayo.