Obituario: Fallece Guillermo García-Alcalde
Guille, mi hermano, en el Walhalla
Era un ser fascinante. Divertido, de conversación entrañable y profunda, melómano apasionado y periodista de los de siempre. Generoso en cualquier sentido de la palabra; valiente ante el poder y exquisito con el débil. Guillemo García-Alcalde era, sí, un personaje excepcional. Amigo de sus amigos. Incondicional sin reservas y de lealtad absoluta. Idealista y soñador. Muñidor de encuentros y reencuentros. Adoraba a Tristan, sin saber que él mismo era Tristan, por mucho que a su esposa Mary -Isolde en cuerpo y alma- la llamáramos con guasa Fricka.
Guillermo y Mary, Tristan e Isolde, eran y seguirán siendo algo único. Imposible imaginar a Guillermo sin las alas de ella. En 2007, en un viaje a Bayreuth sin su Isolde, andaba apesadumbrado, casi tristón. Al cuarto dîa habló: “¿Sabes? nunca había estado tanto tiempo separado de Mary. ¡Chico, yo es que sin ella no soy nadie!”. intentó incluso precipitar el regreso a casa, pero por fortuna se impuso la pasión wagneriana. Único e indescriptible, vivîa con pasión y fervor. Disfrutaba todo a bocanadas, como Mary fumaba sus puñeteros cigarros.
Después de esposa, hija y nieta, la amistad era su bien más preciado, a milímetros de la música y el periodismo, sus otras dos pasiones esenciales, que conjugó con la maestría y bienfacer que marcó su vida intensa y ejemplar. Amante de las bellas artes, de las literaturas y de cuanto tuviera que ver con la belleza y la creación humana, fue él mismo creador literario y musical. Escritor y compositor. Filántropo y crítico implacable, su nombre marcaba, además, poder y respeto. Especialmente en su amada tierra adoptiva, Canarias, donde más de uno le llamaba “el Virrey de Canarias”. Pero Guille era mi hermano. Imagino que ya andará por el Walhalla con su otro hermano, Rafa Nebot, escuchando el Tristan de Furtwängler. ¿O quizá el de Kleiber?… Justo Romero
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