Obituario: Rudolf Barshai, Una de las mejores batutas rusas
Rudolf Barshai, Una de las mejores batutas rusas
El Mundo
JUSTO ROMERO
Director de orquesta, compositor y viola de fuste en sus años mozos, Rudolf Barshai era depositario de la mejor tradición musical soviética. Amigo y colega de compositores como Serguéi Prokófiev –en cuyo entierro tocó-, Dmitri Shostakóvich o Alexánder Lokshin, y compañero de atril de Sviatoslav Richter, Mstislav Rostropóvich, David Oistrakh, Emil Guilels y Leonid Kogan, su muerte, el pasado día 2 en su domicilio de Basilea (Suiza), supone la desaparición de uno de los últimos bastiones musicales del siglo XX.
Barshai era célebre no solo por su indiscutible entidad como director de orquesta, sino también por su faceta de orquestador y revisor de importantes partituras. Famosa es su instrumentación del Octavo cuarteto de Shostakóvich, que se ha integrado de forma obligada en el repertorio de las mejores orquestas de cámara. Otro hito compositivo fue la culminación de la inacabada Sinfonía número 10 de Mahler, o sus admirables instrumentaciones de las pianísticas Visiones fugitivas de Prokófiev o de la Ofrenda musical de Johann Sebastian Bach. En el momento de su muerte culminaba la orquestación de la magna colección de El arte de la fuga, de Bach, que él consideraba como “el trabajo de toda una vida”.
La carrera de Barshai descolló desde los primeros momentos en la musicalísima Unión Soviética de los años 30 y 40 del siglo pasado. Se formó en aquella perfecta fábrica de hacer músicos que era el Conservatorio Chaikovski de Moscú, donde estudió viola con Vadim Borisovski. En 1945 comienza una deslumbrante carrera como concertista de viola. Toca con los mejores y en las mejores salas. Funda el cuarteto Filarmónico de Moscú (génesis del legendario Cuarteto Borodin) y el Cuarteto Chaikovski.
En 1955 decide dedicarse a la dirección de orquesta y funda la Orquesta de Cámara de Moscú, conjunto que bajo su gobierno pronto alcanzará altísimo nivel artístico, lo que le permite emprender largas giras por todo el mundo. Al mismo tiempo, Barshai despliega una intensa actividad de conciertos por la Unión Soviética, donde al frente de esta orquesta introduce el repertorio barroco, prácticamente desconocido entonces en la URSS. Atiende, igualmente la música contemporánea, y en 1969 promueve el estreno absoluto de la Sinfonía número 14 de Shostakóvich.
Precisamente la muerte de su amigo Shostakóvich marcará un cambio sustancial en su vida y en su carrera. En 1976, sólo un año después de la desaparición del creador de la Sinfonía Leningrado, decide abandonar la Unión Soviética para instalarse en Israel. Allí asume la titularidad de la Orquesta de Cámara de Israel (entre 1976 y 1981), pero abandona este puesto al ser nombrado en 1981 director musical de la Sinfónica de Vancouver, en Canadá. Posteriormente se vinculará, sucesivamente, a orquestas como la Sinfónica de Bournemouth, Deutsches Symphonieorchester Berlin (1982-1986) y la Nacional de Francia (1985-1986). También colaboró con regularidad con las sinfónicas de Viena, Londres, Filarmónica de la BBC, Philharmonia y Orquesta de París.
En España era especialmente querido. Dirigió con frecuencia, como director invitado, sobre todo desde los podios de la Orquesta Nacional y de la Sinfónica de la RTVE, con los que llegó a mantener un muy estrecho trato. En sus visitas nunca hizo ascos a la música española, que dio a conocer con admirable dedicación. Entre las obras que estrenó en nuestro país, figura la Sinfonía número 4, ‘El Nuevo Sol del Mundo’, del granadino José García Román, que presentó el 6 e octubre de 1992, en el marco de la Exposición Universal de Sevilla.
Rudolf Barshai, director de orquesta, nació el 1 de octubre de 1924, en Krasnodarsk (Rusia), y falleció el 2 de noviembre de 2010, en Basilea (Suiza), con 86 años.
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