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Por Publicado el: 10/02/2017Categorías: Recomendación

Obras maestras ausentes

                                                                                                       Obras maestras ausentes

Hace nada se pudo ver y escuchar en el madrileño Teatro Real una versión (con una puesta en escena más que discutible) de El holandés errante. Su director en el foso, Pablo Heras- Casado, realizó una encendida lectura, plagada de espléndidos detalles propios del músico de talento que es y de su gran maestría para concertar. ¿Tiene esto algo de extraño? Pues sí, porque Wagner es Wagner. Pero hay todavía más motivos para la sorpresa al observar el repertorio del que se va a ocupar este domingo en el concierto correspondiente al ciclo Universo Barroco, del CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical): un monográfico dedicado a Claudio Monteverdi, y más, a una obra maestra donde las haya que nunca se programa. Digo mal: la sorpresa no consiste en que Heras-Casado dirija Monteverdi; lo es que lo haga tras haber dirigido Wagner. Y más que una sorpresa o motivo de extrañeza, lo que revela es la vocación totalizadora y ambiciosa de un director todavía muy joven: en un principio fue Monteverdi y Wagner no tuvo herederos musicales directos, lo que quiere decir que el granadino, en pocas semanas, nos habrá explicado toda la historia de la música en drama. Ahí es nada.

Por los orígenes de Heras-Casado sabemos que dirige muy bien la música barroca, a la que se aproxima como es debido, es decir, de manera filológica. Esto, de entrada, es una suerte, pero lo es muchísimo más que para abordar el asunto pueda contar con unos instrumentos tan de ensueño como los que el Centro ha podido contratar. Los solistas, coro y conjunto Balthasar-Neumann suponen una garantía de un cien por cien de éxito. Balthasar Neumann, fallecido en 1753, fue arquitecto y creador de los conjuntos que llevan su nombre. Su director artístico es Thomas Hengelbrock, es decir el responsable de aquel emocionante, maravilloso, Parsifal que vimos hace unas temporadas en el mismo Teatro Real con estos conjuntos. El Coro es muy famoso por sus numerosas grabaciones en diversos repertorios para Deutsche Grammophon. Y más que famoso, de una precisión y conocimiento de estilos absolutamente admirables.

¿Qué se va a escuchar? Pues parte de una obra cumbre de la historia de la música (el resto se dará la próxima temporada): la Selva morale e spirituale. Monteverdi escribió esta obra, cerca de 40 piezas de carácter religioso, tras su etapa en Mantua y posterior instalación en Venecia. Es una obra maestra absoluta que se podría decir recopila toda el saber y las experiencias de uno de los músicos más fructíferos, originales, creativos, únicos y vanguardistas de todos los tiempos. Lo he dicho muchas veces, pero no me importa repetirlo: desde sus óperas hasta Mozart… no sucedió nada realmente diferente en el desarrollo del género. Hubo muchas ideas bonitas, mucha fantasía musical (¡Haendel!), pero no una aportación sistemática a una evolución seria de una verdadera puesta en drama de una música. Pero vaya, la Selva no debiera escucharse como un producto operístico, por más que nuestro oído emocional nos puede conducir por ese camino. A mí me parece que sobre todo debemos escucharla como sencillamente lo que es, música con texto, un asunto ese en el que tanto insistía Monteverdi (que hizo tener en las manos de los cortesanos el programa de mano del texto de su Orfeo el día del estreno, para que se ´enteraran´ de lo quiso decir tras su música), pero que, siglos después, seguimos despreciando olímpicamente. Es una auténtica vergüenza que el INAEM no haya dado ya una solución a ese asunto: es impresentable que el espectador vaya a tener que escuchar esta música sin poder seguir el texto por no haber en el Auditorio paneles con el mismo. Y es surrealista que los responsables de las correspondientes unidades tengan que contemplar partidas para incluir los textos (original y traducción) en los programas de mano. Es tirar el dinero. Y es un fraude para el consumidor. Recuerdo al respecto la maravillosa Elektra de hace nada con la ONE como un espectáculo fallido para una gran parte del público, y también, sin ir más lejos, las óperas barrocas programadas en este ciclo; historias enrevesadas e interminables, cuyo seguimiento de los textos se hace fundamental para que uno no empiece a dormirse a partir del quinto ´da capo´.

Fin de la reivindicación. Estoy seguro que nadie en el ministerio de Cultura va a hacer caso. No está en su agenda abordar estas minucias. Escuchar una música de texto si entenderlo es como mirar un cuadro en la oscuridad. Fin de la reivindicación, digo. Para añadir: ni se les ocurra perderse este concierto. En él se van a encontrar más música de la que hayan podido escuchar en años. Va en serio. Pedro González Mira

MONTEVERDI: Selva morale e spirituale (selección). Solistas, Coro y Ensemble Balthasar Neumann. Dir.: Pablo Heras-Casado. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Domingo 12, 19.30. Entre 15 y 40 €.

 

 

Un comentario

  1. Antonio Fuentes Miranda 28/02/2017 a las 09:25 - Responder

    Sr. Gonzalez Mira: Ha puesto ud. el dedo en una llaga tan insufrible y perenne como la del conocido personaje de Parsifal. ¿Tanto cuesta poner unos paneles con traducción simultánea? ¿Tanto cuesta pensar que el espectador debe conocer el significado de las palabras que escucha para disfrutar con plenitud de una obra musical con texto? Hice bastantes más de 300 km. en coche para escuchar y ver la pasada “Elektra” del Auditorio Nacional y, salvo la riqueza tímbrica y fuerza de la música, y la “brocha gorda” de la acción -que a nadie se nos escapa-, de poco más disfruté, yéndome de allí con cierto cansancio y la triste sensación de haber gozado ciertamente poco de algo tan grande como es la obra de Strauss. Creo que la gente de la crítica y demás voces autorizadas, deberían “zarandear” a los (ir-)responsables de esta cuestión, en absoluto menor y en absoluto costosa (comparada con otros despilfarros), con la suficiente fuerza y perseverancia como para que actuaran en consecuencia. Gracias, pues, por sus palabras, y que cunda el ejemplo.

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