OCNE: Pärt, no para todos
PÄRT, NO PARA TODOS
Orquesta y Coro Nacionales de España
Obras de Arvo PÄRT. Silvia Schwartz (soprano), Joan Espina, Javier Gallego (violines). Orquesta Nacional de España. Dir.: John Storgårds. Auditorio Nacional de Música, Madrid, 8 de marzo de 2015.
Con la música del estonio Arvo Pärt (Paide, 1935) caben don opciones: apreciarla, adorarla y convertirla en casi objeto de culto, o abominarla y ponerse de los nervios con ella. Quizá un nada desdeñable primer mérito de la nueva “Carta Blanca” de la Orquesta Nacional –el ciclo creado hace más de una década por Josep Pons para “monografiar” a creadores de nuestro tiempo- sea el de poner las cosas en su sitio. El ya casi octogenario Pärt, uno de los compositores más difundidos y grabados de la hora presente, transita por un ascetismo religioso-musical en el que se instaló en torno a 1977 y que se basa en una, aparente, sencillez armónica y melódica, explicada admirablemente por Jorge Fernández Guerra en sus notas al programa, de la que el cauce sonoro fluye con naturalidad y transparencia. Pero eso no define todo: los pentagramas de Pärt están soberbiamente escritos, su conocimiento de la técnica instrumental es incuestionable, y su capacidad para la grandeza o la nobleza del discurso, cuando se requieren, es marchamo de su estilo. Resumir al artista como “mimalista sacro” es certero, pero no preciso. Su peculiar método, “Tintinabuli”, también explicado con exactitud por Fernández Guerra, se basa en la melodía y en la tríada, pero ese “tintineo” es a veces transgresor, Pärt se salta sus propias reglas porque para eso las ha creado, y a él su sistema, con infracciones incluidas, le funciona.
El autor, que asistió a los conciertos de sábado y domingo, y que se ha reunido en estos días con periodistas y estudiantes, contó con un fabuloso intérprete, el director finés John Storgårds (Helsinki, 1963), uno de los grandes maestros actuales, cuya carrera ha sido pausada pero imparable, que extrajo sonoridades maravillosas de la camaleónica Orqesta Nacional, dos de cuyos violinistas, Espina y Gallego, bordaron la obra acaso más tocada de Pärt, “Tabula Rasa”. El propio Storgårds tocó la parte violinística de “Fratres”, otro de los ‘Hits’ del compositor. Fue excelente la gradación dinámica del moderno “Swan Song”, y considerable la concentración en la obra más extensa del programa, “Como cierva sedienta”; la única página en español de Pärt fue cantada por una artista inteligente y elegante, Silvia Schwartz, pero que quizá no tuvo su mejor día en página nada fácil y a veces de tesitura inmisericorde, puede que por falta de química con el director. El Auditorio presentó claros enormes, seguramente por lo enunciado al principio: que Pärt no es del gusto de todos, pero los asistentes lo disfrutaron a fondo y premiaron al compositor con ovación de gala. José Luis Pérez de Arteaga
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