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Por Publicado el: 26/11/2015Categorías: Entrevistas

Peretyatko: “Mi Gilda no es sólo una víctima” ”

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© scholzshootspeople

La soprano rusa debuta en el Teatro Real con un papel clave de su carrera

  • Este es mi año de Gilda.
  • Lo más apasionante en mi trabajo es vivir la vida de otros,
  • Mis impresiones más fuertes las he sentido en una plaza de toros
  • Tal vez en una vida anterior he sido española.

El pasado jueves Olga Peretyatko era Gilda por última vez en la serie de Rigolettos que marcaban su regreso al Metropolitan de Nueva York, donde debutó hace un año como Elvira de Puritani. Este lunes, la soprano que se abrió al mundo desde el Festival Rossini de Pesaro en 2007, se incorporaba en Madrid a los ensayos del que será su nuevo reto: debutar en el Teatro Real, el único de los grandes coliseos españoles que le quedaba por anotarse. Para ello, desde este lunes encarnará de nuevo a la hija del jorobado bufón, papel encomendado a Leo Nucci, con quien vuelve a coincidir después de su bautizo hace dos años en la Arena de Verona. Fue con este mismo título, que le permitió saborear el primer bis de su carrera operística.

P. Siendo tan importante Rossini para usted, en 2015, entre Violetas y Gildas, le ha engañado mucho con Verdi

R. Este es mi año de Gilda. Para compensar está el último Cd que he grabado. En el de mi debut en el sello, me dejé convencer para que, como dijeron, me conociesen, y acepté incluir un poco de aquí y un poco de allá. Pero este, que es el tercero, decidí centrarlo sólo en Rossini, para lo que inmediatamente pensé en Alberto Zedda, que aceptó dirigirme para el primero de los suyos en forma de recital. Recurrimos a una orquesta tan habitual de Pesaro como la del Teatro Comunale de Bologna, porque con ninguna otra en el mundo suena así Rossini. Zedda pidió muchísimos ensayos y pasamos una semana deliciosa grabándolo. El último día se me ocurrió abrir al público el Teatro Manzoni, que había servido como estudio, y hacer una especie de concierto, explicando a los asistentes toda la parafernalia de un proceso de grabación. La sala estaba llena, yo iba en vaqueros y había muchísima gente joven, porque era gratis para la ciudad, que me preguntaron como locos un montón de cosas. Con una alegría perceptible porque en alguna medida se sentían protagonistas del concierto. Y es verdad que son muy importantes ahora para la música. Por eso hay que intentar atraerlos al teatro. Para dar a conocer a los jóvenes que lo que hacemos no tiene nada que ver con un museo, sino algo interesante, vivo, donde también estudiamos y hacemos bromas, como cualquiera de nuestro generación en su día a día. Por eso me gusta hablar con el público en mis conciertos, y este año son muchos los que estoy haciendo.

P. Para asumir la Gilda de Madrid ¿Le ha resultado difícil matar a la del Met?

R. ¿Matarla?. Pero si soy yo la que muero. Aunque en realidad no sea yo. Hay algo muy importante que siempre me dice mi padre, que canta en el Mariinsky: es Violeta -o Gilda- quien muere, no tu. Aunque en una ocasión casi muero de verdad. Al fingir Sparafucile clavarme la navaja, falló uno de los movimientos y me hizo una herida muy profunda. Dejando esta anécdota aparte me gusta lo de morir diez veces para renacer oras tantas a continuación. Lo más apasionante en mi trabajo es vivir la vida de otros, porque te permite locuras que no puedes hacer en la vida real.

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P. ¿Conocía la propuesta de McVicar que se ha encontrado?

R. No, y es totalmente distinta a las que he venido haciendo. Con una escenografía abstracta, aunque el. tratamiento de los personajes es muy conservador. En mi caso, no es una Gilda al uso. Digamos que es un tanto psicológica; pero está razonada hasta el último detalle por el director, que aparte de ser muy especial con los cantantes, me ha facilitado por escrito cientos de datos para interiorizar. Lo importante ahora es saber trasladar todo esto al público.

P. Después de tanto tiempo rodándola ¿Cuál es su Gilda personal?

R. Mi Gilda es aquella que no se contempla sólo como víctima. Ni siquiera como una muchachita sin más. Intento encontrar otros colores y otros planos para el personaje, que no se debe mirar siempre desde un mismo lado, porque existe otro. No todo va a ser blanco: también está el negro. Gilda no es sólo la joven ingenua, porque ya ha dado ciertos pasos: ha salido sin conocimiento de su padre; ha conocido a alguien; ha experimentado cosas que, como en opinión de Rigoletto, no debería, no las comunica y se guarda para ella. Por último, si es capaz de dar la vida por su padre y por su amor, aunque la haya traicionado, no puede ser débil. Mi Gilda tendría un carácter muy fuerte.

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P. Con la mirada de hoy ¿Cómo recuerda su participación en Operalia 2007

R. Como un periodo de locura: estaba interpretando en Berlín con Barenboim una mujer-flor de Parsifal. Al terminar tomaba un tren nocturno a París para cantar en la primer fase, y de nuevo tren a Berlín para ser mujer-flor antes de, otra vez, viajar a París para la segunda vuelta. Así hasta la final. Al terminar el último concierto, tras cantar el aria que dirigía Plácido y de comunicar quienes habíamos sido los vencedores, salí del escenario con un terrible dolor de garganta. Porque el organismo te mantiene fuerte hasta el momento definitivo, pero después, cuando bajas las defensas, caes. De modo que llegué a Pesaro muy enferma. Con la tos de Violeta Valéry en el último acto de Traviata (risas). Menos mal que allí, con aquel mar y aquel sol, enseguida te repones.

P. Falta le hacía para sacar adelante Desdémona, su primer papel después de deslumbrar en 2006 con los dos personajes del Viaggio a Reims que propone cada año la Accademia Rossiniana

R. Desdémona es un papel curioso, porque al haber sido en su momento creación de Colbrand, aunque no se sabe como era su voz, existe la tradición, especialmente en Italia, de que debe ser cantado por una mezzosoprano. En la partitura sólo se menciona que está escrito para una voz de amplia extensión y bastante fuerza en el registro central, ya que en el último acto Rossini coloca tres trombones, un instrumento que no aparece nunca en sus óperas, que sometería a una tesitura que difícilmente puede mantener una mezzo. Soy testigo de las dificultades que pasan interpretando este papel, lo que me hace pensar que parece más adecuado para soprano con un buen centro. Finalmente, todo dependerá de la decisión del maestro, que es quien puede ayudarte … o asesinarte. Así lo he experimentado también con alguno que no ponía las cosas fáciles.

P. Con quien se entiende bien es con su marido, Michele Mariotti, aunque sus carreras paralelas apenas les permiten trabajar juntos. A una media de título por año.

R. Así empezamos y así seguimos. Esta última semana la pasamos juntos en Nueva York: yo, con mis Gildas del Met; él, ensayando en el mismo teatro La donna del lago que se estrenará dentro de unos días. Me preguntaba a veces cómo se trabaja con el marido, y al final es como respirar, porque nuestro amor sigue igual que cuando nació después de aquel Sigismondo de Pesaro 2010 en el que ni siquiera me fijé en él. Era el maestro y nada más. Después me fui a Venecia a cantar -casualmente Rigoletto-, luego a Palermo para un Barbero de Sevilla, hasta que finalmente volvimos a coincidir en Florencia, yo con Bodas de Fígaro y él dirigiendo un concierto. Como ya hablaba un poco de italiano pudimos comunicarnos y así empezó todo (ríe). Cada cosa tiene su momento, como digo siempre.

P. Incluso el debut en el Metropolitan, algo a lo que todos aspiran. Para colmo, con Mariotti en el foso, aunque fuese por puro azar

R. Exactamente así fue: por simple azar. Otra cosa es que, ignorándolo, no faltan quienes quieren criticar aquello, diciendo que canté entonces en el Met porque él dirigía. O que él se propuso dirigir Puritani porque yo iba a cantarla. En ese sentido, la mayor estupidez que he podido leer es que mi carrera ha funcionado tan vertiginosamente bien, porque me he casado ¡¡con el hijo del dueño de la cadena de Hoteles Marriott!!

© scholzshootspeople

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P. Con Luisotti, su batuta ahora en el foso ¿Había cantado antes?

R. Nunca, Nos conocimos el lunes en el primer ensayo, y me quedé sorprendida por su modo de acompañar a los cantantes. Nos entendimos al instante. Enseguida comprendí que todo iba a funcionar bien. Ni siquiera tuvimos que pasar el papel con piano: inmediatamente nos lanzamos a la escena con orquesta. Es buenísimo. Fantástico. Desde el primer momento me he sentido muy segura y protegida. Con ese gesto tan preciso, y el modo en que te sigue, te mira y respira contigo, algo que no saben hacer todos. Pero él sabe, porque era cantante en el coro y tiene una bellísima voz de barítono, que ayer le escuché cuando pasó el papel de Rigoletto.

P. Todo eso es importante para afianzarse en París, donde vuelve a ser Gilda con Luisotti dentro de unos meses

R. Lo verdaderamente importante para mí a día de hoy es contar con él para mi debut en el Teatro Real de Madrid. Aquí es donde debe transmitirme seguridad. Por ahora las cosas están funcionando muy bien, porque el trabajo en este teatro es fantástico: organizan todo a tu medida: los ensayos los cuadran pensando en ti; tienes un equipo dispuesto a ayudarte hasta entrar en escena. Todo eso, con la mayor velocidad posible. La organización es perfecta…

P. Citaba el dato de París, porque allí la esperan con una nueva producción firmada por Claus Guth. ¿No le dan miedo los directores controvertidos?

R. Ninguno. Siempre acabo llegando al consenso con cada uno de los registas. Por lo general me adoran, porque puedo moverme sobre el escenario como ellos quieren. En el Met, por ejemplo, empezaba el Caro nome tumbada boca abajo, y como la producción está trasladada a los años sesenta, para inspirarme revisé las imágenes de películas de ese momento, y he creado una muchacha un poco Lolita. Esas cosas les encantan a los directores escénicos, porque muchas veces los cantantes son de aquí me pones y canto. Date un garbeo y no me muevas, que este es un pasaje muy difícil…

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P. ¿Le hace Ilusión volver a cantar con Nucci?

R. Muchísima, después de haber compartido con él dos producciones de esta misma ópera. Es fantástico como colega. Y en este título, es el personaje en si mismo. En el escenario no es Leo Nucci: es Rigoletto.

P. ¿Desde cuándo no coincidía con él?

R. Desde agosto de 2013, cuando canté por primera vez en La Arena de Verona

P. Lo hizo con un bis ¿Repetirán también aquí Si vendetta?

R. Ya veremos, porque como hemos podido comprobar, cuando está él es algo normalísimo. Sólo falta que la orquesta esté pendiente del momento y el punto exacto en que se puede atacar de nuevo el pasaje. En una representación es un momento muy complicado, porque la acción tiene su ritmo, que debes seguir, lo que a veces no te permite parar y esperar a ver cuándo termina el aplauso, como me ocurrió una vez cantando Lucia, que en versión concierto siempre la he repetido.

P. ¿Qué siente el artista ante un bis?

R. Piensas que, como estás dando todo de ti, te pagan con ese calor. Y es muy bello. Muy-muy bello.

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P. Metida en Verdi ¿Ha cantado su Desdémona?

R. Todavía no me ha llegado el momento. De Verdi sólo he cantado Gilda y Traviata. Y ya es suficiente por ahora.

P. ¿Le gustaría?

R. Tal vez algún día lo intente porque la música es fantástica, pero en la escena me apetece más desarrollar personajes de fuerte carácter. Y Desdémona es un tanto pasiva, Nunca decide nada. Es un poco…

P. …¿víctima?

R. Si, pero también Gilda lo es. Sin embargo en este caso puedo llevarla a un nivel superior, multidimensional, que va más allá del mero victimismo. Porque el alguien adopta la decisión de entregar la vida por su padre y por su amado. Y para llegar a semejante punto debe contar de partida con un carácter muy definido. De ahí que se decida a llamar a la puerta de Sparafucile a sabiendas de que dando ese paso pueden matarla. La Desdémona verdiana no es así. Ella intuye, espera y no espera… pero siempre de un modo pasivo.

P. Hablando de Otellos ¿Ha cantado alguna vez con Plácido Domingo?

R. Sólo he cantado con él en el foso, dirigiendo Operalia. Luego, ha venido a algunas de mis representaciones. Ahora, en Nueva York, junto a Marta, su esposa, pasaron a saludarme con mucho cariño. Es un ser grandioso. Un gran ejemplo para todos nosotros por la energía que demuestra. Cuando me da el bajón siempre pienso en él y en Alberto Zedda. Son los dos ejemplos perfectos para pensar que no puedes quedarte parado, porque ellos no saben qué quiere decir parón.

P. Ni usted tampoco. Este año se anota diez óperas

R. No. Este año canto solo Gilda (risas)

P. Aunque por medio se cuelan Elisir, Traviata, dos Puritani ¿no es un poco loco?

R. Tal vez. La próxima temporada lo tendré en cuenta… y cantaré solo nueve (más risas)

P. Por su Marfa de La novia del Zar en la Scala le concedieron en mayo el premio Abiatti, entre otras cosas, dijeron “Por la calidad de una voz suave y radiante, por su valioso método de canto y la habilidad en la coloratura“.

R. ¿¡Qué coloratura!?. Si no existe en el personaje. Hice lo mejor que pude, tratándose de un papel sin agudos, de lírico pura. Mi tipo de voz se adapta mejor a otros, como la Ludmila del Russlan y Ludmila de Glinka. Mi cuarto disco en solitario será todo de música rusa.

P. Siguiendo con Rusia, vuelve en febrero a San Petersburgo, su ciudad natal, por la puerta grande del Mariinsky. Lo hace como Traviata ¿era la mejor opción?

R. La propuesta inicial era que cantase la Anna Bolena, un papel que tenía previsto debutar un poco más tarde, pero no me habría importado hacerlo allí. Cuando me confirmaron que la invitación era para presentarme en forma de concierto y al preguntar quien dirigía respondieron que Gergiev -lo que equivale a pensar que no habrá ensayos con él-, les dije que no me parecía la mejor idea, Porque no puedo permitirme en este momento debutar allí con treinta minutos de ensayos. Así que propuse un título familiar para los dos a elegir entre Lucia de Lammermoor, Rigoletto y Traviata, y acabamos cerrando esta última.

P. En el MET ha cantado estos días con Pablo Heras-Casado, director invitado del Real, con quien parece hacer tandem, igual que con López Cobos. Pero la única batuta española con la que se ha enfrentado en España es con la de Pedro Halffter.

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R. Claro que si, en unas Bodas de Figaro en Sevilla. Aproveché el tiempo para ir a dos corridas: una novillada y otra con toros grandes en la que toreaba El Duende. Hice fotos, porque también soy fotógrafa, y como me parecían muy bonitas –las va mostrando con orgullo en su Ipad, y tienen calidad de gran profesional- las publiqué en Facebook. Y de repente me empezaron a llegar protestas en términos de ¿Cómo se puede permitir que una persona pública haga muestra de una crueldad tan gratuita, bla, bla…? . Cuando yo no critico a quien cuelga una foto de alguien comiendo una hamburguesa. Me limito a decir: hazte vegano. O me callo. Mis impresiones más fuertes las he sentido en aquella plaza de toros a rebosar en la que yo debía de ser la única turista.

P. ¿Son similares la soledad del cantante y la del torero en sus respectivos espacios?.

R. Totalmente. En el espectáculo unas veces eres el matador y otras el toro, que es el papel menos gratificante. Depende de la respuesta del público, que a su vez estará en función de si ese día eres dueño de ti mismo o si te encuentras inseguro. En la segunda corrida vi cosas impresionantes. desde la oreja que recibió el torero como trofeo al indulto de una de las fieras. Compré entrada de segunda fila. Estaba encima de lo que allí ocurría. Al entrar a matar uno de los toreros, cuando asestó la estocada se hizo un silencio. El toro le miraba fijamente; luego comenzó a andar en dirección a las barreras (me va mostrando las fotografías en primer plano con que fue siguiendo paso a paso la faena) hasta que cayó delante de donde yo estaba. Hice muchísimas fotos. Esta refleja tal vez el momento más duro… La corrida es fuerte como la vida y a su vez pienso que tiene mucho en común con el teatro, porque ambos espectáculos están muy próximos. Aquella experiencia fue muy importante para mi. Tal vez en una vida anterior he sido española. ¿Quién sabe? A veces piensan que lo soy. Hace poco, cantando en Washington, fui a almorzar al hotel y una persona empezó directamente a hablarme en español porque creía que era de aquí. Y eso me pasa con frecuencia., de verdad.

P. ¿Qué hace en su tiempo libre?

R. Pero si no lo tengo. Cuando puedo, leo. Acumulo muchísima lectura esperando en el Ipad y en el móvil… ¡gigabytes de libros!. O bien estudio papeles nuevos. O hago fotografías con mi cámara porque, como decía, también soy fotógrafa.

Juan Antonio Llorente

Un comentario

  1. Hosting 12/10/2016 a las 13:20 - Responder

    No le molesta que la comparen con su compatriota Anna Netrebko , aunque ambas son diferentes. Olga es una antidiva que mantiene una relaciуn fluida con sus fans por medio de internet. A travйs de mi pбgina web dialogo con ellos. Es muy enriquecedor porque a mн me gusta el contacto directo con los aficionados .

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