OLIU NIETO, EL VALOR DEL AFORISMO
OLIU NIETO, EL VALOR DEL AFORISMO
Orquesta Sinfónica de RTVE BRAHMS: Concierto para piano y orquesta nº 1, Op, 15, OLIU NIETO: Alegorías de otoño, RAVEL: Valses nobles y sentimentales, La Valse. R. Buchbinder (piano), Orq. Sinfónica de RTVE. Dir,: Carlos Kalmar. Teatro Monumental, Madrid, 16 de octubre de 2015.
Dentro de la plural actividad (música clásica, jazz, tecnología) de la Fundación Ferrer Salat, el Premio de Composición “Reina Sofía”, que ha llegado este año a su edición 32 -impresionante marca de fidelidad y continuidad-, es una convocatoria especialmente buscada en el terreno creativo, con más de 80 participantes en este año. El jurado, presidido por la mejicana Hilda Paredes, concedió el último galardón al músico barcelonés Miquel Oliu Nieto, de 42 años. Los días 8 y 9 de octubre se dio a conocer su obra “Alegorías de otoño”, asistiendo S.M. la reina Sofía a la primera jornada. Su partitura en ocho secciones, algunas de mínima duración, al borde de lo descriptivo en ciertos momentos, es un trabajo de claridad y belleza extraordinarios, con un sentido aforístico, casi de “Haiku” musical: ocho pinceladas en torno al otoño, las hojas, la humedad o la grisura, con un peculiar sentido de perfume sonoro que puede emparentarle con Ravel –también programado en el concierto- o Takemitsu. A Oliu Nieto no le importa que su obra sea “bella” en los tiempos que corren.
Hace bastantes años, el siempre recordado Antonio Fernández Cid hablaba del austríaco Rudolf Buchbinder, insistiendo en que era un pianista al que había que seguir con atención: el tiempo le ha dado la razón. Buchbinder (Leitmenitz, 1946) ha ido madurando en expresividad y musicalidad, y a sus 68 años es una de las voces más interesantes del teclado actual. Su reciente ciclo de las 32 Sonatas de Beethoven, ofrecido en una semana en el Wigmore Hall de Londres, ha sido uno de los acontecimientos de la vida musical inglesa. Su traducción de esa obra, soberbia y enorme, que es el “Primer Concierto” de Brahms, poseyó fuerza y seguridad, sí, pero sobre todo una serenidad apolínea, intimismo –extraordinario el movimiento central-, concentración y una magnitud de pensamiento y reflexión notoria. Encontró en Kalmar a un “cómplice” volcado en el acompañamiento, tan principal como el solista, y a una Orquesta de RTVE de hermoso y vital sonido. Ya en el tramo final de la sesión, Kalmar enlazó sin pausa, creo que con buen criterio, las dos composiciones en torno al vals de Maurice Ravel, los “Valses nobles y sentimentales” y “La Valse”: pudo faltarle un punto de delicadeza en la primera, pero se entregó en la entraña trágica de la segunda, con gran éxito de público. Las notas de Carlos de Matesanz, ajustadas, concisas y bien humoradas, completaron las bondades de una magnífica sesión. José Luis Pérez de Arteaga
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