Operalia
Operalia
A sus casi sesenta y seis años Plácido Domingo sigue dando muestras de una actividad y un entusiasmo ejemplares e increíbles. El artista no para: actuaciones como tenor, como director musical, grabaciones e iniciativas múltiples se suceden sin descanso por todos los continentes. Una de las más meritorias es Operalia. Domingo no ha participado en ningún concurso de canto en su vida y quizás no hubiera ganado ninguno de haberlo hecho, pues no es el tipo de cantante cuya valía se pueda medir en un solo aria. Sin embargo ha promovido el concurso de canto Operalia. Jamás ha sido un artista envidioso del éxito de los demás –yo sólo le conozco una excepción hace treinta años- y se desvive por apoyar a los jóvenes como le gustaría que lo hubieran hecho con él de joven.
Nacido en París, donde Ainhoa Arteta se alzó con la victoria, en 1993, se ha convertido en el más importante de cuantos se celebran en el mundo. Con ambición itinerante, tuvo su anterior edición en Madrid y para las próximas se piensa en Montecarlo y Quebeck. De él han salido gran parte de los nombres que hoy se rifan los teatros, como los tenores Rolando Villazón, José Cura, Joseph Calleja y Giuseppe Filianotti, las sopranos Inva Mulla , Mariola Cantarero y Nina Stemme, la más aclamada Isolda actual, o la mezzo Joyce Di Donato, estrella de las recientes representaciones de “Ariadna en Naxos” en el Teatro Real.Qué tenor en la historia se ha dedicado a apoyar a otros tenores mientras estaba en activo. Pues ahí tenemos a Domingo con Cura o Villazón. Este pasado verano incluso ha grabado un disco de zarzuelas con este último y la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Pero es que hay otros artistas que no han participado en Operalia porque no lo necesitaban, ya que estaban trabajando y triunfando en los teatros que dirige Domingo. Es, por ejemplo, el caso de Anna Netrebko, habitual en Los Ángeles mucho antes de llegar a convertirse en “el milagro de San Petersburgo”.
Posiblemente esta última no haya sido la mejor edición del certamen, pero ello no puede llevar al desánimo sino todo lo contrario. Pero también han de prepararse mejor las cosas.
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