Orfeo contratenor en una buena producción
Orfeo contratenor en una buena producción
ORFEO ED EURIDICE (C. W. GLUCK)
Staatsoper de Berlín en el Teatro Schiller. 13 Octubre 2016.
Este viaje a Alemania tiene varios puntos de interés, destacando el Oro de Rhin en Dresde bajo la dirección de Christian Thielemann, a lo que hay que añadir el Parsifal de Berlín con Donald Runnicles en el foso. Además hay una nueva producción de Così Fan Tutte, también con Runnicles, y finalmente, este Orfeo de Gluck, que levantó mucho entusiasmo, cuando se estrenó la temporada pasada con la dirección de Daniel Barenboim.
La producción es obra de Jürgen Flimm, que es a su vez el director de la Staatsoper de Berlín. El trabajo escénico es atractivo, trayendo la trama a tiempos modernos, arrancando en un crematorio, a donde acude Orfeo con el cadáver de su esposa y una serie de invitados, elegantemente vestidos de negro. La marcha de Orfeo a los Infiernos viene precedida por una tremenda paliza por parte de representantes de las Furias, encontrándose finalmente con Euridice en la habitación de un hotel, donde Orfeo resiste los evidentes avances amorosos de su esposa. El trabajo escénico resulta atractivo estando el buen gusto siempre presente.
La escenografía es obra del Estudio de Frank Gehry, mientras que el atractivo vestuario se debe a Florence Von Gerkan. Hay una buena iluminación por parte de Olaf Freese, siendo la coreografía de Gail Skrela.
Parece que por motivos escénicos o musicales se ha cambiado el final respecto del de la primavera pasada. Ahora termina con el tradicional coro Trionfi Amore, mientras que en la primavera pasada no había un final feliz, terminando con un solo de flauta. A este cambio habrá que añadir la sorprendente eliminación de la segunda de las arias de Amore, que es lo único que justifica el final feliz.
Daniel Barenboim ha dejado su puesto en el foso a Alessandro de Marchi y supongo que la diferencia es notable. Lo digo porque las críticas a la dirección musical fueron entusiastas y unánimes. No es ésa la impresión que me ha producido la dirección de Alessandro de Marchi, que ha ofrecido una lectura correcta, pero no mucho más que eso. A sus órdenes estuvo la Staatskapelle Berlín, de la que recuerdo actuaciones más brillantes, así como el excelente Staatsopernchor.
A lo largo de los años he tenido ocasión de ver esta ópera en muy diferentes versiones, no solo musicales, sino también vocales. Las he visto con Orfeo como contralto, como tenor y como contratenor y debo decir que me quedo claramente con la versión de contralto. En Berlín tanto la primavera pasada como ahora se ofrece la versión de Orfeo como contratenor.
Ha sido el croata Max Emanuel Cencic el encargado de dar vida a Orfeo, como lo fuera Bejun Mehta la primavera pasada. Las voces de contratenor no se caracterizan precisamente por su belleza, lo que queda compensado por la técnica que exhiben, especialmente en los pasajes de coloratura en las óperas barrocas. No es éste el caso del Orfeo de Gluck, donde no hay florituras, sino puro canto expresivo, casi en las antípodas del barroco. Evidentemente, se echa en falta un mayor belleza vocal que la que puede ofrecer un contratenor, aunque lo haga francamente bien, como es el caso de Max Emanuel Cencic. Por cierto, me sorprende que esté anunciado nuevamente el sábado día 15 en Orfeo y al día siguiente en Madrid en la parte de Andrónico en el Tamerlano de Haendel.
La soprano Elsa Dreisig me produjo una muy positiva impresión en la parte de Euridice. Se ha incorporado este año a la Staatsoper de Berlín tras haber ganado el primer premio en el último Concurso de Operalia. La voz es amplia y atractiva y es una notable cantante. Hay carrera por delante.
El personaje de Amore quedó más reducido de la cuenta, siendo bien interpretado por la soprano armenia Narine Yeghiyan.
El Teatro Schiller ofrecía una muy buena entrada, superior al 90 %. El público se mostró más cálido que entusiasmado en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración 1 hora y 14 minutos, sin intermedios. Cinco minutos de aplausos.
La localidad más cara costaba 68 euros, habiendo butacas de platea desde 39 euros. La entrada más barata costaba 20 euros. José M. Irurzun
Fotos: M. Baus
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