Orquesta Joven de Extremadura: ¡Son formidables!
Orquesta Joven de Extremadura: ¡Son formidables!
Badajoz. Palacio de Congresos. 30-XI-2017. Programa: Obras de Takemitsu (Réquiem para orquesta de cuerda) y Dvořák (Concierto para violín y orquesta, en la menor. Sinfonía número 9, en mi menor, ‘Del Nuevo Mundo’). Solista: Roxana Wisniewska (violín). Orquesta Joven de Extremadura. Director: Álvaro Albiach.
Hace más de medio siglo que todos los miércoles por la noche, a las 22’30 hs, millones de españoles se hacían semanalmente solidarios para escuchar en los entonces modernos transistores y equipos de radio aquél programa de enorme éxito que fue Ustedes son formidables, que presentaba en la SER el popularísimo Alberto Oliveras. Ninguno de los formidables chavales de la Orquesta Joven de Extremadura que el jueves se entregaron en cuerpo y alma a dar brillo al Allegro con fuoco que cierra la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák vivieron la enorme popularidad de su pegadizo tema, que era precisamente la sintonía del programa radiofónico. Probablemente, ni sabrán de lo que hablan estas viejas líneas.
Sí el público ya con canas que escuchó la vibrante versión ofrecida el jueves por los jóvenes instrumentistas extremeños bajo la dirección en calidad de maestro invitado de Álvaro Albiach. Chirriaron los codos en los brazos de las butacas y se cruzaron las miradas cómplices de los más mayores al identificar la célebre sintonía. ¡Qué tiempos! Tiempos –años sesenta del siglo pasado- en los que en el páramo musical que era Extremadura resultaba imposible escuchar nada que no fuera algún recitalito organizado de higos a brevas por las Juventudes Musicales de Arturo Martínez Carrillo.
Los tiempos han avanzado que es una barbaridad y hoy Extremadura –tierra de Juan Vázquez y de Esteban Sánchez, pero también de Cristóbal Oudrid y Juan Alfonso García- cuenta con una realidad musical infinitamente más feliz y rica. Con dinámicos conservatorios y salas de concierto tan estupendas como el muy mal llamado Palacio de Congresos de Badajoz. Todo se siente y late en la Orquesta Joven de Extremadura, que titulariza el prometedor Andrés Salado, pero que en este concierto ha sido dirigida por Álvaro Albiach. En los atriles, además de la celebérrima Sinfonía del Nuevo Mundo, el Concierto para violín del mismo compositor y el Réquiem para cuerdas de Takemitsu, que abrió el programa con una versión intensa y no exenta de identidad, en la que Albiach, que es maestro riguroso y con fondo, se recreó en los acentos más dramáticos y oscuros.
En medio, entre el Réquiem y el Nuevo Mundo, en el más que comprometido Concierto para violín de Dvořák, la hispano-polaca Roxana Wisniewska (Valladolid, 1995) hizo lucir sus muchas cualidades artísticas y violinísticas no sólo al convertir las endiabladas y nada vistosas dificultades de la partitura en pura música, sino a través de un lenguaje cuyo virtuosismo en absoluto exhibicionista fue soporte de una manera de decir y de expresar henchida de madurez y criterio. Lo puso bien de relieve también en el largo y lírico Adagio central, donde se explayó en su intenso y romántico melodismo sin en ningún momento llegar al empalago. Luego, en el reiterativo Allegro final, se entregó sin reservas para cuajar una versión que por su viveza y pulcritud hubiera seducido incluso al mismísimo Joachim, tan reacio a esta obra que nunca llegó a tocar, pese a haber sido su inspirador.
Álvaro Albiach planteó una lectura de la Sinfonía del Nuevo Mundo de muy pronunciados contrastes, extremando los aspectos más característicos, desde el efusivo y delicado lirismo del movimiento lento –con su cálido y nostálgico solo de corno inglés- a los vehementes acentos del Allegro con fuoco tan tatareadao en la poco formidable España de los sesenta. La Orquesta Joven de Extremadura, que debutaba en el ciclo de abono de su matriz la Orquesta de Extremadura, en absoluto deslució y supo estar a la altura, con un sonido notable, amplio y generoso, nacido de la envidiable vitalidad de unos jóvenes ciertamente formidables que en su adolescencia suenan ya mejor que lo que todos podríamos haber soñado hace cincuenta años. ¡Bravo! Justo Romero
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