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En la muerte de Giuseppe di Stefano
Por Publicado el: 06/03/2008Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

… Otras elecciones

…Otras elecciones
Mañana podrán leer en los editoriales de los distintos medios las preferencias de voto de unos y otros. No les diré las mías, pero sí aquellos hechos que, proviniesen de quien proviniesen, creo que nos desagradarían a todos.
Que bajo supuestos códigos de buenas prácticas se ampare el nombramiento de amigos para comisiones artísticas que en su gran mayoría fuesen colaboradores de una misma revista a la que está vinculado quien decide los mismos. Que quien habla de tales códigos fuese capaz de amenazar y zarandear a un crítico en un sitio público.
Que quien los promueva en una institución hubiese defendido intereses opuestos a dicha institución desde su propio despacho jurídico. Que quien los impulsa se valiese de mamporreros para las tareas sucias que no quisiera realizar directamente.
Que quien los redacta los compatibilizase con usos desaparecidos como los de no devolver a los organizadores de eventos las entradas del corte oficial que no se utilicen para dichos fines. Que quien los defienda apasionadamente estuviese buscando por todos los medios cómo estrenar una obra de la que es coautor sin que se le viese el plumero.
Que quien los promulga permitiese que se insultase a quienes simplemente tuviesen opiniones diferentes. Que quien los introduzca en una institución buscase al mismo tiempo como desembarazarse en ella de los auténticos sabios para que no le rebatan sus falsedades.
Que cargos públicos culturales pidiesen “tangentes” para poder sacar adelante un festival. Que se permitiese y ocultase que el despacho del director de una célebre institución se forre en bronce y, al no gustarle al destinatario, se coloque madera sobre bronce.
Que se comparase a Joaquín Sabina con Tomás Luis de Victoria como la cosa más natural. Que se presuma de potenciar la cultura mientras se amparasen vetos y censuras.
Que se presumiese de la ampliación de un museo que aún ha de tener en sus sótanos más del 60% de sus fondos no expuestos. Que se reinaugurase un magnífico palacete para dedicarlo, tras unos días abierto al público, a centro de investigaciones y que los cuadros que se mostraron públicamente regresasen a las bodegas.
Es posible que este tema continúe con casos aún más graves y, hasta quizá, con nombres y apellidos e incluso con alguna sonora solicitud de cese, acompañada de documentos probatorios de acciones absolutamente contrarias a cualquier ética.
Estos hechos, de ocurrir dentro de un mismo partido político o ser amparados por él, me desagradarían tanto que no podría votarle ni recomendar se le votase mientras no cambiase de actitudes.
Gonzalo ALONSO

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