Otro paso atrás
Andrés Moreno Mengíbar
Quizás el mayor reto del crítico no sea intentar ser ecuánime en sus opiniones (lo cual se intenta siempre), sino sortear todas las presiones ambientales, institucionales y políticas, máxime en un contexto como el nuestro, en el que la vida musical está en su integridad intervenida por instituciones políticas que no obran en función de criterios culturales, sino de los intereses electoralistas y de las deudas que se tengan contraídas con instancias políticas superiores.
No voy a hablar de política cultural en este momento, aunque la oportunidad de comentar la nueva programación del Teatro de la Maestranza venga que ni pintada dada la nueva situación del teatro y de sus nuevos gestores. Dejo al buen criterio de usted que me está leyendo el valorar los resultados del golpe de timón que llevó a nuestro teatro a la nueva dirección artística y gerencial, pero personalmente creo que nos encontramos ante un segundo y grave paso atrás en la calidad de la oferta musical del Maestranza. A la vista de la programación presentada ayer, se me ocurren una serie de reflexiones. Uno: con igual o mayor presupuesto que el de años anteriores, el Maestranza ofrece una programación bastante más menguada. No hay nada de ópera de cámara, ni los imaginativos programas alternativos de otros años, ni recitales líricos, ni la visita de grupos sinfónicos. Se argumentará desde el Maestranza que las obras (pretexto universal para todo en la Sevilla de estos tiempos) invalidan la sala Manuel García, pero una pizca de imaginación hubiese llevado a buscar espacios alternativos, como las casi paredañas Atarazanas. Sin toda esa oferta complementaria, cabe preguntarse, ¿dónde se va el presupuesto. Dos: la oferta operística sigue estancada en cantidad, sin poder salir de los cuatro títulos sempiternos, cuando hace un año se prometía multiplicar por no sé cuántos el número de títulos. Pero miren no muy lejos, al Teatro Villamarta de Jerez, que con un presupuesto escandalosamente inferior al sevillano ofrecerá la próxima temporada siete títulos, con dos nuevas producciones y un Oneguin de campanillas. Tres: la calidad de los repartos sigue su línea descendente, y eso si creemos que los cantantes anunciados serán los que realmente canten al final a la vista de la cascada de cancelaciones de esta temporada. Salvo en Tosca, donde hay nombres para regodearse por adelantado, en el resto de los títulos encontramos nombres de calidad muy inferior a los de los últimos años de la gestión de José Luis Castro, tal y como ha sucedido en esta temporada ya pasada. Cuatro: con todo el repertorio que el Maestranza tiene por estrenar, la opción por una ópera de mediocres méritos como Der Ferne Klang es más que dudosa; si se quería hacer una ópera del siglo XX, se ocurren de momento dos docenas de títulos mucho más interesantes. Al menos , por otra parte, hay que alegrarse de que al fin se ofrezca una ópera de ambientación sevillana como Fidelio, aunque sabiendo que el Palau de les Arts de Valencia abrirá su temporada en octubre con el mismo título y un reparto de categoría, es mucho el riesgo de parecer un teatro aún más provinciano de lo que es. Y cinco: con la de buenos pianistas que hay en el mundo, volver a traer a Lang Lang a un año de su anterior comparecencia es una nueva oportunidad perdida. Eso sí, gracias por traernos a Alfred Brendel al final de su carrera. Lo dicho: otro paso atrás y no sabemos hasta dónde.