Crítica: Pacho Flores, danzón, merengue y triunfal joropo
Danzón, merengue y triunfal joropo
ORQUESTRA DE VALÈNCIA. Pacho Flores (trompeta), Leo Rondón(cuatro venezolano).Manuel Hernández Silva (director).Programa: Obras de Sibelius, D’Rivera y Flores. Lugar:València, Teatro Principal. Entrada:Alrededor de 1.000 personas. Fecha:jueves, 3 febrero 2022.
Que el Caribe es tierra de música y músicos es tan obvio como que esa cualidad está trufada con las músicas llegadas de España. El genio caribeño, personalizado en la confluencia de tres talentos venezolanos como el director Manuel Hernández Silva (quien debutaba en el podio de la Orquestra de València), el trompeta Pacho Flores (¿se puedo tocar mejor?), y el virtuoso del cuatro venezolano Leo Rondón (temperamento y ritmo en vena) se dieron cita el jueves en el Teatro Principal para convertir el noveno programa de abono de la Orquestra de València en lúdica fiesta musical.
Fue un espectáculo de irrebatible calado artístico, al que se sumó el talento creativo del cubano Paquito D’Rivera (1948), cuyo singular Concierto venezolano para trompeta y orquesta(estrenado en el Bellas Artes de México por el propio Pacho Flores en septiembre de 2019) se escuchaba por primera vez en España. El programa, seguido por un público entusiasta que casi completó el aforo del Teatro Principal, se redondeó con Cantos y revueltas, la lograda “Fantasía para cuatro trompetas y orquesta” compuesta por el propio Pacho Flores. Antes de la “fiesta”, la universalidad de música y músicos se volcó en la Primera sinfoníade Sibelius, obra de sugestiones, barnices y delicadas transparencias, en las que el clarinete solista, Enrique Artigas, cantó con calidad y alma el sustancial solo que la portica.
Radicado en València desde hace nueve años, Pacho Flores (1981) es un número uno de la trompeta. Como dice Paquito D`Rivera, “Pacho es un tipo especial. No es solamente un virtuoso; es otra cosa, un gran artista con un sentimiento tremendo para tocar la trompeta”. Es inverosímil pensar que se pueda tocar mejor la trompeta. Catapultado desde el venezolano “Sistema” al estrellato mundial , su afinación es portentosa, como la calidad del sonido, proyección y precisión, que rozan lo increíble. También su musicalidad, innata, sí, pero pulida y potenciada por un cerebro privilegiado, que gobierna y estiliza tal derroche de medios.
Con la complicidad paisana de Hernández Silva, Pacho Flores resaltó los contrates, secretos y juego de espejos que D’Rivera establece en los cuatro contrastados -casi autónomos- movimientos del Concierto venezolano, en los que las culturas “hermanas” de Cuba y Venezuela se cruzan, miran y abrazan tras un inesperado y dramático primer movimiento de aires “shostakovichianos”, según reconoce el propio D’Rivera.Danzón, merengue y un triunfal joropo final no faltan en este concierto de referencias y éxito, más cuando encuentra una versión tan cercana y consistente como la firmada por Flores y Hernández Silva con los profesores de la Orquestra de València.
Luego, tras el estreno del Concierto venezolano, fruto de un encargo conjunto de las orquestas de València, de Minería, Royal Liverpool Phiharmonic y Sinfónica de San Diego, llegó, como colofón, Cantos y Revueltas, “fantasía concertante” de tintes populares y ancestrales evocaciones folclóricas, en las que la trompeta solista –cuatro tipos- y el cuatro venezolano desarrollan un pentagrama que, como escribe Pablo J. Vayón, “integra elementos jazzísticos y de salsa caribeña”. Desde la “portamentosa” cadencia inicial, preludio de pasajes con pintorescas resonancias en la trompeta –incluso de la Sinfonía Alpina-, a la prodigiosa cadencia, en la que los dos solistas improvisan y venezoleancon el oficio y concurso de Hernández Silva como inesperado virtuoso de las maracas, se impone la apoteosis del ritmo, del color y de la melodía. Evocación en forma rapsódica en la que el Flores-compositor tiene la oportuna lucidez de tratar al cuatro como ingenioso remedo del papel del clave en el concerto grossobarroco, como guiño y tributo al mestizo poso barroco y clásico que tiñe la música y la vida venezolana.
El éxito fue clamor. El ambiente era cálido a ambos lados del proscenio y ardía de entusiasmo ante el derroche de música y virtuosismo. En los bises, se lució también el solista de contrabajo de la Orquestra de València, Javier Sapiña, haciendo cuarteto con la trompeta de Flores, el cuatro de Rondón y las maracas de Hernández Silva. ¡Más clamor aún! El regalo relajante de un arreglo del Reviradode Piazzolla puso definitivo punto final a la fiesta. Justo Romero
Publicado en Diario Levante el 5 de febrero
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