Pacho Flores: “La vida te lleva a cumplir tus sueños”
En Cantar, su primer disco en el sello amarillo, Pacho Flores se multiplica por nueve
- Cada obra requiere un instrumento con características determinadas
- Como el corredor de Fórmula 1, espero el último motor para probarlo.
- La trompeta tiene la capacidad de conseguir los mismos efectos de la voz
- Hay que conocer la geografía musical por la que pasa cada instrumento
Aparece estos días Cantar, primer disco para Deutsche Grammophon de Pacho Flores, donde este virtuoso de la trompeta nos propone un viaje que arranca en el barroco y llega hasta los compositores actuales. Temas escritos para distintos instrumentos y transcritos para las múltiples variantes de trompetas de su colección. Venezolano de 1981, tras hacerse grande en la Orquesta Simón Bolívar, desde hace cuatro años reside en Valencia, desde donde organiza su actividad internacional. Dedicando el tiempo libre a investigar, como aprendiz de brujo atento, en la fabricación del instrumento que domina, hasta dotarlo de la personalidad precisa para cada una de las piezas que va a interpretar.
P. Después de su paso por el Sistema de Orquestas de Venezuela, ¿le costó dar el paso para lanzarse a la aventura?
R. Tuve que dejar la orquesta para poder hacer la carrera internacional como concertista, porque son trabajos totalmente distintos. Pero la vida te lleva a cumplir tus sueños, y en mi caso, desde los once años tuve muy claro lo que quería hacer
P. Lo llevaba aprendido de casa
R. Si, al ser mi padre trompetista. Desde muy pequeño, antes de empezar a tocar, me ponía discos de los grandes intérpretes, y de ese modo lo fui interiorizando
P. ¿A quien le debe más en su formación a él o al Sistema?
R. A los dos por igual. En cuanto a mi padre, la mayor riqueza que me dio en la música fue abrirme los ojos a géneros que no fueran solamente el clásico. Abarcar a un nivel profesional géneros como el tango o el chorinho de Brasil, la salsa… Sólo por conocerlo. Esto me ha proporcionado mucha más versatilidad para afrontar, incluso hoy, conciertos en el escenario clásico con elementos de improvisación procedentes del jazz o la música latinoamericana.
P. ¿Ha interpretado algún concierto eminentemente de jazz?
R. He participado en Venezuela en una o dos piezas con jazzistas que me han invitado para algún standard en sus conciertos. Piezas en las que, como he conocido y manejo bien en cuanto a la armonía, puedo salir sin complejos a improvisar y a decir que en aquel momento esa es mi forma de crear. Sin considerarme jazzista, porque no lo puedo ser. Soy alguien que está en el clásico y conoce esos géneros gracias a lo que mi padre me decía: No importa qué hagas en la música, con tal de que sea buena y tenga mucha calidad. Ahora estoy centrado en afrontar la música española. Ya que vivo aquí, quiero mamar a fondo el repertorio.
P. ¿Colabora con las batutas salidas del Sistema: Gustavo Dudamel, Diego Matheuz, Christian Vázsquez…?
R. Con Dudamel hace bastantes años toqué de solista en Venezuela. Y en Venecia, con Matheuz he estado más recientemente en tres o cuatro ocasiones. Con Christian trabajo habitualmente. En el disco Cantar, es el director.
P. Una originalidad del disco es que ninguna de las obras que incluye está escrita originalmente para trompeta. Otra, que recurre para la grabación a nueve instrumentos distintos ¿Por puro exhibicionismo, o para lograr mayor calidad?
R La razón principal es que cada obra requiere un instrumento con características determinadas. Yo no puedo tocar una obra de Cimarrosa con la misma trompeta que tocaría un Handel o un aria para mezzosoprano de la Pasión según San Mateo de Bach. Tengo que hacer ligeros cambios sobre el instrumento para imprimir desde mi personal punto de vista esa gama de coloridos. En este punto debo decir que, a diferencia del violín o la cuerda en general, donde los solistas intentan encontrar instrumentos de hace tres siglos, que ya están hechos y en los que no hay nada nuevo que buscar, la trompeta en los últimos años ha sido un instrumento muy transgresor.
P. Lo puede decir con conocimiento de causa por la actividad investigadora que desarrolla
R. Cuando estoy en Valencia paso las horas en los talleres de don Vicente Honorato, uno de los mejores fabricantes de instrumentos de metal en el mundo. Durante muchos fabricó las trompetas de Maurice André, un artista de su firma. Siempre ha estado en la vanguardia, desarrollando nuevos instrumentos, porque los metales siguen evolucionando. Gracias a las tecnologías, la ergonomía del instrumento, lo novedoso en aleaciones, baños y calibres, desarrollamos la parte acústica en aras de mejorar la interpretación. Y sobre todo, el sonido. Que hace que quien se sienta a escuchar se sienta abrazado por los armónicos de un sonido rico. Con poder y, al tiempo, nobleza. Que tenga proyección y sea a la vez denso. Que sea sobrio y elegante mientras imprime toda esa forma de pensar como latinoamericano, que es el color. El gris, dentro de la música está muy bien, pero existe una paleta de ocho colores que históricamente han defendido los metales. Pues bien: yo quiero que sean ochenta. De ahí el trabajo que hemos desarrollado en el disco. Por ejemplo, la utilización para la obra de Neruda del corno de caza, un instrumento prácticamente en desuso. Al estar muy mal compensado, se ha estado haciendo con la trompeta. Pues nosotros hemos rescatado esa sonoridad gracias a un instrumento desarrollado con la tecnología de hoy, que evocan el sonido de ese periodo barroco de la música.
P. ¿Quiere eso decir que está en contra de los llamados instrumentos históricos?
R. Para nada en contra. De hecho, estuve dos años en el Musikene del País Vasco impartiendo clases de repertorio orquestal y trompeta barroca. Iniciando los estudiantes en el uso de la trompeta natural, sin pistones. Pero soy como el corredor de Fórmula 1, que espera el último motor para probarlo. Esa es mi mentalidad. Pero para hacer lo que hoy hago, necesito conocer el pasado en la historia.
P. De todos los instrumentos transcritos para el disco –violín, oboe, guitarra, piano…- ¿Cual entiende mejor la trompeta?
R. Después de lo arduo de la búsqueda, diría que todos. La trompeta piccolo la hemos utilizado para el violín del Tartini. Pero también hemos recurrido a dos piccolos diferentes uno para el Cimarrosa, que con unos pequeños accesorios, consigo el cuerpo necesario para hacer ese sonido de oboe; con el otro, el del violín: una trompeta en La, bajando medio tono para tener un poquito más de calor y evocar la caja de resonancia del instrumento. Luego hemos utilizado el corno de caza, trompetas en Re para el cucú del estudio de clavecín en el Daquin, una trompeta muy ligera, muy virtuosa, con una concreción muy perfecta en la articulación. Y una trompeta en Mi bemol para el Nun komm de Bach, la única pieza que hice con un organista, que murió mes y medio después de hacer la grabación. Fue su último registro de audio. Y cuando hacemos la parte de la solista en la Pasión, hemos utilizado un fliscorno –la viola, dentro de la gama de trompetas-, porque es una mezzo.
P. ¿Se adapta mejor a un instrumento o a una voz?
R. Por igual. En el caso de la voz, al ser la técnica exactamente igual, lo que me gusta es manejar el fiato de la misma manera. Mantener una nota larga, moverla, modularla, vibrarla, darle vida… Es muy lindo comprobar que la trompeta tiene la capacidad de conseguir esos mismos efectos de la voz. Y cuando nos encontramos con dificultades como las dobles cuerdas, como puede ocurrir con el violín o la guitarra tenemos que buscarnos la vida para resolver la situación. En general, hay que conocer bien la geografía musical por la que está pasando cada instrumento para imprimir su esencia. Es superinteresante poder asumir esos retos, que suponen más dificultades que una obra barroca para trompeta barroca porque, al ser sonidos naturales, no tiene los cromatismos, que se desarrollan en el periodo clásico. El primer concierto para trompeta cromática –que tenía un sonido muy malo si lo comparamos con los sonidos de hoy- fue el de Haydn.
P. Al estar supeditado al fiato ¿tiene el trompetista, como la voz, fecha de caducidad?
R. Con la técnica de hoy en día, y por supuesto sabiendo utilizar tu cuerpo, puedes tener una carrera muy larga. Pensemos que no es lo mismo mi trabajo de concertista clásico que el del lied trompet agudista, que se dedica a hacer agudos. Un Maynard Ferguson, un Arturo Sandoval. Su trabajo es mucho más rico, porque se convierten en acróbatas; en trapecistas de esa parte de la trompeta, que es el registro agudo. En mi disco, las cadencias se basan más bien en el grave para poder transmitir una nueva sensación. No solamente la parte obligada de los agudos, sino que ofrecemos también esto: un registro contrapeal con el fliscorno, con el corno de caza, y así llegamos al registro grave del corno. De la trompa normal, me refiero.
P. Aunque la trompeta se relaciona a través del barroco con lo heroico, en su disco pesa la carga romántica en temas como los de Efraín Oscher o Álvaro Paiva Bimbo
R. En el caso de Soledad, la obra de Efraín, la hizo para Monstruos 2011 la obra de teatro infantil que se estrenó en Bremen. Una pieza bastante dramática, porque trata de un joven que asesina a otro en Hamburgo, entre otros motivos por la soledad que pueden tener los jóvenes. En el trailer de cantar Efraín se plantea qué les depara el futuro en un mundo tan complicado. Al ser la obra bastante sincopada, con aire de tango como de Piazzolla, me gustó muchísimo y le comenté a Efrain la posibilidad de ofrecérsela a Deutsche Grammophon. Luego, pensando en el carácter global del disco, en el que hizo la mayoría de los arreglos, hizo unas variaciones para la trompeta, e incorporó el elemento del cémbalo, por lo que la ha denominado tango barroco. La obra de Paiva Bimbo aparecía en La trompeta venezolana, el primer disco que grabé con el compositor en mi país. Entonces era una versión íntima de guitarra y fliscorno. Como el productor estaba enamorado de esa pieza, quiso que la incorporáramos en Cantar orquestada por Efrain…. A medida que perfilábamos el disco en su forma final, nos dimos cuenta que ninguna de las obras era para trompeta. Si me lo hubieran propuesto así, estoy seguro de que en algún momento me habría bloqueado, pero en este caso fue de manera bastante natural. Creo que porque desde el principio, lo único que buscábamos eran esencias lindas dentro de la música. Sin pensar en la trompeta como tal, porque tiene la posibilidad de sonar como un violín, un oboe, una voz de soprano, una flauta baja en el caso del fliscorno, además de cómo un trombón en el registro grave. Y en último caso, a trompeta. Esto es muy bonito y cada vez que lo pienso me reafirmo en ello, superconvencido de que esta trompeta no es tal. Sobre todo en este disco que en Deutsche Grammophon han titulado Cantar. Una maldad que posiblemente se le ocurrió a Rolando Villazón, a partir de su comentario que me parece superlindo: “Pacho no toca la trompeta: canta”.
P. ¿Cuántos conciertos le han escrito?
R. Por lo menos una docena
P. El que más ha tocado
R. Mestizo, porque tiene un aire muy latinoamericano. En Europa gusta mucho la frescura, y quizás Venezuela y el Sistema tienen mucha culpa de ello. Se han dejado de programar los conciertos netamente clásicos de toda la vida: obertura-concierto de solista y sinfonía. Muchas veces me han colocado a mí al final. Porque mi línea de trabajo pasa por tocar el mismo tiempo que toca un violín: unos 40 minutos, en los que ofrezco tres o cuatro obras con cinco o seis instrumentos y los gerentes acaban supersatisfechos.
P. Con otro músico poco convencional como Christian Lindberg se entiende bien
R. Dirigiendo Christian Lindberg, que es trombonista, en dos años y medio he tocado 15 veces su concierto de trompeta, y va a escribir otro para mi, que me ha dedicado, y que estrenaremos en 2018
P. No es fácil encontrar compositores para trompeta, salvo que proceda del medio, o cuente con el concienzudo asesoramiento de un especialista
R. En el caso de Oscher pasó un poco de todo. Al ser él flautista, maneja muy bien el viento. Aun así, tuvimos unos encuentros para discutir sobre las posibilidades de la trompeta, por lo que el resultado fue un traje bastante a la medida. Pero hay otros compositores contemporáneos que también lo hacen, y muy bien. Como los Six concertos genevois que acabo de estrenar en Zurich con el Ensemble Contrechamps. O la compositora mexicana residente en Londres Hilda Paredes, que me dedicó otro concierto.
P. Le sale caro si para cada concierto tienes que diseñar una trompeta nueva
R. Pues no. Una trompeta como esta me vale para muchísimas cosas. Soy muy afortunado en ese caso por estar colaborando en Valencia con don Vicente Honorato y la fábrica Stomvi, que es como la NASA. Los que la ven se quedan locos.
P. ¿Cuántas tiene en su colección?
R. Cuando grabé Cantar eran veintisiete. En este momento, más de cuarenta.
P. ¿A alguna le tiene cariño especial?
R. A todas. Por supuesto que el fliscorno es un instrumento muy noble. Le tengo cariño porque quizás es el que más naturaleza me da. Y también a la trompeta en Do, la que más utilicé en la orquesta Sinfónica en Venezuela. Todo ese repertorio de Mahler, por ejemplo, que pude hacer con Dudamel, Claudio Abbado o Simon Rattle, ha girado en torno a la trompeta en Do.
P. Lo de vivir en España en su caso es un decir
R. Es así. Digamos que es mi lugar de residencia, y desde aquí me muevo a los distintos lugares desde donde me llaman. Colaboro regularmente con orquestas en Europa. Este año ha sido muy activo. Me he presentado con la sinfónica de Rostock en Alemania; he estado en Estonia, en Lituania, en Noruega… con la Camerata Atlántica en Portugal, en Kuala Lumpur con la Filarmónica de Malasia, y más recientemente, ya en Latinoamérica, con la sinfónica de Portoalegre. Y también he hecho mi début en España con orquesta. En febrero toqué con la de Málaga, y hace unas semanas fue con la de Tenerife.
P. ¿Qué le queda a corto plazo que le apetezca especialmente?
R. Unas cuantas cosas. Como los conciertos que tengo con los Bolívar Soloists en Rheingau, Bremen, Dinamarca…, centrados en parte en el disco Cantar además de repertorio latinoamericano. Este mismo mes voy a tocar con la Filarmónica de Montevideo, después al festival de Salzburgo con la Orquesta Nacional de México para interpretar Mestizo. Y no me quiero olvidar de un nuevo proyecto en marcha con un guitarrista español-venezolano que vive en Madrid a quien llamamos Jesús Pingüino González. Con él voy a tocar en el Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela ante el Reino de España de Madrid el 10 de junio.
Juan Antonio Llorente
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