Palau de les Arts, un paso no basta
Hace tiempo que no había noticias oficiales del Palau de les Arts. Concebido por Zaplana dentro del emblemática Ciudad de la Luz, tras ocho años de obras y un sin fin ampliaciones y reformados que han multiplicado los presupuestos, flotaba una pregunta en el aire: ¿qué hará Camps de esta herencia zaplanista? Y no se trata sólo de la lucha entre uno y otro, sino que los durmientes han despertado. Hay bastantes personas de medios técnicos, administrativos y artísticos que creen ha llegado el momento de plantear candidaturas. Y los hay con padrinos.
Camps, Barberá, Mehta y Calatrava presentaron la semana pasada la fundación que comandará el Palau y, al son de “Carmina Burana”, se informó de un patronato político en el que las únicas excepciones son García Asensio, Francisco Perales, Telefónica e Iberduero. Hubo piropos para Mehta y Calatrava, pero ni una palabra sobre quienes serán los responsables del proyecto económico-artístico. Sólo se supo que habría un acto inaugural el 8 de octubre de 2005 y que las temporadas normales empezarían en otoño de 2006.
Pero Camps debe evitar toda la rumorología sobre el asalto al Palau que pulula en los ambientes musicales. Para ello nada mejor que hacer público el ofrecimiento realizado a Helga Schmidt como intendente del mismo y el acuerdo que sobre ello existe con Zubin Mehta. Pero también es necesario aclarar más cosas y tomar medidas con prontitud. ¿Por qué no participa el Ministerio de Cultura, si acaba de ampliar su cuota en el Liceo barcelonés hasta ser ya mayoritario? ¿Qué espera la Diputación? ¿Cuál será el presupuesto anual de la fundación? ¿Qué proyecto artístico se consolidará? ¿A qué público se van a dirigir sus actividades para lograr un aceptable nivel de ocupación? ¿Qué orquesta tocará, una nueva agrupación o una Orquesta de Valencia ampliada? ¿Quiénes serán los responsables técnico y musical? De todo ello no se sabe nada y, si se desea alcanzar la velocidad de crucero en 2006, es obligado tomar decisiones con prontitud. Ojo, que el Palau de les Arts es un portaviones tan caro de mantenimiento como de construcción y las improvisaciones son peligrosas.
Gonzalo ALONSO
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