Pappano y el Teatro Real
Pappano
En el último cuatrimestre de 2001 se vivía una situación muy triste en el Teatro Real. A Luis Antonio García Navarro, su director artístico y musical, se le iba la vida sobre el escenario. Sin duda había que acompañar al querido maestro en aquellos momentos tan difíciles que llegaron a sobrecoger a quienes los vivieron. Así cuando Plácido Domingo le desató las cuerdas de los zapatos tras una de sus últimas funciones. Pero también sin duda había que ocuparse del futuro y, por tanto, de su sucesión.
Con Juan Cambreleng en la gerencia parecía claro que se necesitaba un director musical con posible proyección internacional. Se sabía que las grandes batutas no estaban accesibles y, en consecuencia, lo lógico era apostar por un joven de sólida formación, serio, con impulso y con garra. Por lo menos esos fueron los pensamientos de algunos de los que amaban al teatro. En aquel 2001, en un permanente afán por intentar que el Teatro Real sea un auténtico faro de la cultura española cuya luz se extienda más allá de nuestras fronteras, se le ocurrió a alguien proponer a Antonio Pappano como posible sucesor del maestro valenciano. El angloitaliano estaba entonces a punto de terminar su contrato en la Monnaie. Se le contestó que era un completo desconocido. Obviamente lo era para quien realizó la afirmación, pero eso suele suceder cuando este tipo de decisiones recaen en los políticos. Pappano fue nombrado meses después titular del Covent Garden.
Viene a cuento este recuerdo al último y soberbio concierto de Pappano en Madrid con la Gustav Mahler Jugendorchester. Una de sus últimas grabaciones, el “Requiem” de Verdi con los conjuntos de Santa Cecilia que comanda desde 2005, llama también la atención por su calidad y equilibrio. ¿Qué habría pasado si lo hubiésemos tenido como titular del Real? Seguro que la historia de sus últimos diez años habría sido muy distinta.
Y, dispuestos a recordar, aquella persona realizó una segunda propuesta: la de Kent Nagano quien entonces tenía más nombre que Pappano y estaba dispuesto a venir a Madrid. Fue rechazado por la misma razón citada. Hoy es titular en la Ópera de Munich. Se cumplió el refrán –“a la tercera va la vencida”- y la tercera alternativa fue finalmente aceptada: Jesús López Cobos. Sin duda una curiosa, desconocida e ilustrativa historia.
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