Parsifal Skywalker homenaje a George Lucas y Calatrava
Temporada del Palau de les Arts
Parsifal, homenaje a George Lucas y Calatrava
“Parsifal” de Wagner. C.Ventris, V.Urmana, S.Milling, E.Nikitin, S.Leiferkus, A.Tsymbalyuk, etc. Orquesta y Coro de la Comunitat Valenciana, Escolanía de la Mare de Déu dels Desemparats. W.Herzog, dirección escénica. L.Maazel, dirección musical. Palau de les Arts. Valencia, 25 de octubre.
Gran acontecimiento internacional, la apertura de temporada más interesante de todos los teatros españoles y, en definitiva, lo que todos estos reconocen a regañadientes como “un puntazo” del Palau. ¿Ha respondido a las expectativas? Eso ya depende de las de cada cual, pero objetivamente hay algo clarísimo: ¡Ojalá el 95% de los “Parsifales” que se ofrecen en los primeros teatros del mundo -Bayreuth, Munich y Met, incluidos- tuvieran el nivel de éste valenciano, un teatro sin siquiera cinco años de historia. ¿Puede haber acaso mejor alabanza que la anterior? Vayamos ahora a los matices personales.
Creo que Werner Herzog -por cierto, tan admirado por la supuesta existencia del auténtico Grial en la Catedral valenciana, que lo visita a diario- no se ha roto la cabeza. Es la suya una producción eminentemente estática, ubicada entre las edades media e interplanetaria, entre la Antártida -de algún modo enlace con su bellísimo y nevado “Lohengrin”- y la estratosfera, con una escena pobre para las muchachas flor, una muy bien resuelta toma de la Sagrada Lanza por Parsifal, un espectacular descenso desde las alturas de un enorme y engmático círculo metálico y un sorprendente final, tipo encuentros en la tercera fase transformado en encuentros con Lucas y Calatrava. Una especie de nave de George Lucas, que copia al Palau de Calatrava, evoluciona y se despide de los caballeros Jadies, guardianes del Santo Grial, esfumándose hasta quedar convertida en una estrella. Puesta bastante fría y opinable, perfectamente vendible a terceros teatros y, algo hoy muy importante, que no perjudica a la música.
No creo que sea posible encontrar hoy un reparto vocal más homogéneo en su muy elevada calidad. Violeta Urmana es una inmensa Kundry, incluso en los aullidos -así llamados- de la partitura. También Stephen Milling, Evgueni Nikitin, el veterano Serguéi Liferkus y Alexander Tsymbalyuk en sus respectivos papeles de Gurnemanz, Amfortas, Klingsor y Titurel respectivamente. Todos ellos, si se quiere, voces más contundentes que sutiles. Sobresaliente de igual forma el Parsifal de Christopher Ventris, aunque llegase al final con el timbre algo caprino. En la lograda homogeneidad hay que incluir al resto del reparto, muy especialmente a las muchachas flor y a los coros.
La magnífica Orquesta de la Comunitat valenciana aún no cuenta con una plantilla completa, por lo que hubo que añadir nada menos que 42 músicos. A pesar de ello sonó como siempre, segura y brillante. Mucho tuvo que ver el trabajo de Lorin Maazel quien, aunque no lo dijese hasta después, debutaba en “Parsifal” y, consciente, no dejó ni un ensayo a su ayudante preparador. Durante el primer acto se decantó por el análisis, la transparencia y una cierta etereidad, tal y como Boulez en su grabación discográfica, para ir evolucionando hacía un concepto más denso y emotivo, de tempos medidos, alcanzando su clímax en los célebres pasajes instrumental y coral del tercer acto en una sobrecogedora gradación dinámica. Una larja jornada con muchísimo que admirar y disfrutar. Gonzalo Alonso
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