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LA SOMBRA DE TAMAYO
«La casa de Bernarda Alba» en Santander
Por Publicado el: 13/08/2009Categorías: Crítica

“Partenope”, barroco historicista

Festival de Santander
Barroco como en su época
“Partenope” de Vinci. S.Prina, M.G.Schiavo, M.Ercolano, S.Ferrari, E.Tufano, V.Díaz, P. de Vittorio, M.Moncloa. Orquesta de la Capella Della Pietá de Turchini. G.Tambascio, dirección de escena. J.Ruíz, figurinista. R.Sánchez Cuerda, escenógrafo. A.Florio, dirección Musical. Palacio de Festivales de Cantabria. Santander, 12 de agosto.
Espléndido espectáculo el que acompaña la resurrección de “Partenope”, ópera de Leonardo Vinci de 1725 que mezcla el mito de la reina de Tesaglia con la sirena de Ulises así como la propia fundación napolitana y que fue rescatada para recuperar la identidad ciudadana durante la dominación española. La coproducción entre el Festival de Teatro Napolitano, el INAEM y el Centro de Música Antigua Pietá dei Turchini hace posible la puesta en escena de un espectáculo que se adivina costoso pero que no será un canto en el desierto dado que al menos pasó o pasará por Nápoles, León, Santander, La Coruña, Sevilla y Jerez.
Dos son las bazas fundamentales. De un lado la Capella Della Pietá dei Turchini comandada por Antonio Florio, quien obtuviese el premio del Campoamor a la mejor dirección musical de 2007 por “Ottavia restituida” y que sin duda será de nuevo candidato a él por esta “Partenope” en 2009. Trabajo refinado, elegante y preciso. De otro la puesta en escena con regia de Gustavo Tambascio, quien intenta y logra –salvo en un detalle- trasmitir el ambiente que se respiraba en su día en estas representaciones barrocas. El aire es premeditadamente historicista, con unos decorados barrocos donde los cantantes ofrecen su canto con movimientos cuya expresividad se encuentra más en los gestos que en el deambular. La acción radica, como en la época, en la figuración. Un ejemplo de ello es la espléndida resolución de la batalla. Mención especial merecen los vistosísimos figurines de Jesús Ruiz. En un reparto que cumple con más eficiencia que eficacia destaca sobre todo Sonia Prina como Partenope, vencedora de los temibles claroscuros de la partitura. Junto a ella Maria Grazia Schiavo y Maria Ercolano. Sin embargo, todo hay que decirlo, todas ellas están lejos de lo que debieron ser los castrati de la época o aquellas Sutherland, Horne o Berganza que apabullaban con sus Haendel.
Las tres horas de música, inspirada pero reiterativa, pesan un poco. A Tambascio le ha faltado el atrevimiento de considerar los intermedios de Sarro como auténticos descansos a teatro abierto, de forma que el público optase por divertirse con los chascarrillos del estupendo Pino de Vittorio o tomarse un cava. Hubiese redondeado el ambiente historicista. Gonzalo Alonso

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