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Por Publicado el: 25/11/2018Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Pedro Lavirgen, frustrado el merecido homenaje

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Pedro Lavirgen

Pedro Lavirgen, frustrado el merecido homenaje

Mañana 25 de noviembre se iba a realizar un merecidísimo homenaje a Pedro Lavirgen en el Auditorio Axa de Barcelona. Lo promovían la agencia de artistas líricos Don Carlo Artists, en colaboración con la Orquesta Fundación Helena Colina y la recaudación del evento iría destinada al proyecto ‘La Fábrica’ de la Fundación Josep Carreras contra la leucemia. Entre los artistas que se anunciaron como participantes se hallaban Eduard Giménez, Nicola Martinucci, Josep Ruiz, Josep Bros, Guillermo Orozco, Alfredo Heilbron, Eva del Moral, Carlos Vinsac, Mariola Cantarero, Rafael Lledó, Carlos de Maqua, Ignacio Encinas, Rocío Ignacio, Francisco Sánchez, Lola Casariego, Katerina Tretyakova y Olga Busuoic. Todos ellos acompañados por los maestros repertoristas Ricardo Estrada y Anna Crexells.

Pedro Lavirgen es uno de los grandes tenores que ha dado nuestro país a la lírica. ¿Quién le iba a decir a aquel joven que cantaba en el coro de los Hermanos de San Juan de Dios en Córdoba y posteriormente en el Coro de Cámara de Radio Nacional de España y en el del Teatro de la Zarzuela que acabaría interpretando “Aida” o “Turandot” en la Scala (con Caballé y Cappuccilli), “Tosca” en el Met, “Carmen” en el Covent Garden, etc. y a intervenir durante diecinueve temporadas consecutivas en el Liceo o catorce en Viena? ¿Qué le iba a decir que le otorgarían la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1967), la medalla de oro del Círculo de la Ópera de México (1965), el Jussi Bjoerling de Módena (1977) o el Verdi de Oro (1973)?

Tuve mi primer contacto con él tras una decepción. Yo iba a Bilbao a escuchar a Franco Corelli en “Carmen” y “Andrea Chenier” y, al llegar allí, me encontré con su cancelación y sustitución por Lavirgen. Sí, una decepción inicial, pero también el descubrimiento de un gran artista, un auténtico tenor lírico-spinto poseedor de una voz caudalosa y extensa de timbre mordiente, un agudo de excelente proyección, un amplio fiato y un enorme temperamento. En nuestros tiempos no habría tenido rival, pero tuvo la mala suerte de cantar en la última época dorada de la lírica, con del Monaco y di Stefano terminando carrera, Corelli y Bergonzi aún en plenitud y Pavarotti y Domingo empezando las suyas.

Apenas hace un año la vida le dio un golpe enorme a los ochenta y siete años, el fallecimiento de su esposa Paquita Baena, a punto de cumplir sesenta años de matrimonio, una mujer excepcional que hacía de contrapeso al temperamento en ocasiones demasiado impulsivo e irreflexivo del cantante. ¡Lástima que ella no pudiese disfrutar de este homenaje!

Compartí muchas tardes con ambos y el común amigo Luis Monset en Barcelona o Verona y las anécdotas son tan numerosas como jugosas. Merendando en su apartamento veronés, allá por los setenta, sonó el teléfono y Pedro se puso a cantar a su interlocutor “Padre, mio padre, oh padre si ti ritrovo”, la frase inicial de Calaf en “Turandot”. “Era Corelli, que estaba nerviosísimo antes de salir a escena”, nos explicó.

Su pronto es tan vivo que quienes estuvimos en la “Norma” de 1978 en la Zarzuela con Caballé, Cossotto y él nunca olvidaremos su enfrentamiento con un espectador de las alturas en las ovaciones finales. ¡Irreproducible!

Muy merecido homenaje, pero lamentablemente ha sido aparentemente aplazado hasta una fecha que no se ha concretado por “problemas de agenda de los artistas participantes”. La verdad es que no huele bien. A mí personalmente me sabe mal tanto este fallo de organización  como que no se efectúe en el Liceo, el teatro donde cantó durante diecinueve temporadas consecutivas. Como comenta mi amigo Joaquim Hernández Puig en su estupenda web, mostrando siempre sentimiento, corazón y generosidad y sacando muchas veces de apuros a la empresa. Pero el Liceo se encuentra en pleno caos organizativo y probablemente le esté pasando lo que al Met cuando ignoró a Montserrat Caballé: que no saben quién es Pedro Lavirgen, un tenor que amó tanto a ese teatro como su público le amó a él. ¡Ojalá este aplazamiento no sea suspensión y sirva para incorporar al Liceo al homenaje. Gonzalo Alonso

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