Pedro Machado, un ejemplo
Pedro Machado, un ejemplo
La vida es como es y la desaparición de algunos pasa inadvertida frente a la de otros más famosos, como López Vazquez, Ayala o Lèvi-Strauss. El jueves tuvo lugar el funeral por Pedro Machado de Castro, fallecido a los 79 años. Nunca fue un personaje famoso, nunca fue un crítico o un musicólogo de prestigio, pero dedicó toda su vida a algo quizá mucho más importante: a tratar de que a la gente le gustase la música, a intentar transmitir y compartir su gran amor por ella. Trabajó en su Cuba natal y en Alemania hasta recabar en Madrid en 1967. Teldec, Hispavox, Radio Clásica, la revista RITMO, etc. fueron testigos de una actividad que le llevó a conocer y entablar amistades estrechas con artistas como Bolet, Iturbi, Rubinstein, Lorengar, Markevitch, Gómez Martínez, etc. Pero lo más importante fueron sus cursos de “Apreciación Musical”. Asistí de joven a uno de ellos, en un salón de la iglesia en cuya trasera volaría poco después Carrero. Aún recuerdo cómo me impresionó el climax de la obertura de “La creación” en unos enormes altavoces y de su explicación: “Esta versión, que dirige Karajan, tenía que haberla cantado entera Fritz Wunderlich, pero murió tras caerse por una escalera y hubo de ser completada por Werner Krenn”. Había público de todas las edades y para los más jóvenes y neófitos tuvo que ser una experiencia maravillosa escuchar por vez primera al gran tenor. En aquella sala muchos aprendieron lo que era una sonata, a diferenciar cada instrumento musical… En fin, hasta muchos descubrimos la voz de Jussi Bjoerling, por quien Machado tenía una especial y muy justificada predilección. Con enorme tenacidad mantuvo a flote los cursos año tras año. ¡Cuántos miles de personas habremos pasado por ellos durante cuatro décadas! Pedro supo hacer amigos y bastantes, conscientes de la importancia y la dificultad de su labor, colaboramos en sus clases de forma altruista e incluso en otros proyectos, como el libro de “Apreciación musical” en el que plasmó su ciencia.
Muchos tenemos una gran deuda con Pedro. A mí, posiblemente, no me leerían hoy si no es porque él me empujó a escribir mi primer artículo: un trabajo en “Ritmo” sobre la piratería musical. Para los compositores e intérpretes hay siempre un reconocimiento, para quienes ayudan a entender y apreciar la música no siempre. Gracias, Pedro, en nombre de todos los que te conocimos y apreciamos.
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