Piensa en mí
Piensa en mi
Piensa en mí, compositor, cuando escribas sobre un pentagrama para que sus sonidos no se asemejen a ruidos comunes del entorno diario, para que no aumenten mis jaquecas, para que su contenido posea melodía, armonía y ritmo.
Piensa en mí, libretista, contándome algo comprensible para mi pobre inteligencia, de forma que no parezca una pesadilla de David Lynch.
Piensa en mí, director de escena, cuando realices tu lectura de una ópera existente, a fin de contármela de forma todo lo imaginativa que quieras, pero también con un respeto a su música y, por favor, no me hagas tener que ir a un curso para saber qué es lo que has querido decir con tu puesta en escena, ni me hagas tener que leer un docto ensayo ni una densa entrevista en la que intentes explicarme lo que es inexplicable.
Piensa en mí, director de orquesta, a la hora de abrir aquellos cortes que no hagan sino alargar innecesariamente las representaciones y que fueron realizados por el propio compositor. Al pobre tenor ligero que está pendiente de cómo llegar al “Tu che a Dio” de “Lucia” no le destroces obligándole a cantar el dúo con el barítono, pensado para un lírico ancho, que le va a dificultar llegar fresco a la página final. A mí y mis vecinos, que no hemos visto nunca un “Don Carlo”, muéstranos primero la versión en italiano de cuatro actos, que ya tendremos tiempo para desear conocer la francesa de cinco.
Piensa en mí, director artístico, cuando medites tus programaciones de forma que tengas más en cuenta mis gustos que los tuyos y, por supuesto, mucho más que tus intereses personales o los de tus amigos. No intentes siempre educarme más de la cuenta porque, ¿sabes?, mucha veces sólo intento pasar un buen rato.
Piensa en mí, intendente, cuando establezcas los precios que tendré que pagar. Combínalos adecuadamente con los costes porque, si estos no se te disparan, tampoco tienen por qué dispararse las entradas.
Piensa en mí, crítico, escribiendo con transparencia tu opinión. No me hagas leer toda una página para luego quedarme en blanco y sin saber si algo te ha gustado o no.
Piensa en mí, diario que leo todos los días, porque aunque no lo creas, a mí me gusta la música.
Piensa en mí. SOY TU PÚBLICO.
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