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Goyescas ¡Lo nunca visto!
Orfeo contratenor en una buena producción
Por Publicado el: 17/10/2016Categorías: En vivo

Plenitudes pasajeramente abusivas

PLENITUDES PASAJERAMENTE ABUSIVAS

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Obras de Beethoven. Orquesta de Castilla y León. Iván Martín, piano. George Pehlivanian, director. Auditorio Nacional, Madrid. 8 de octubre de 2016. Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma.

Pehlivanian es un maestro de rara eficacia. Su gesto, amplio, armonioso, abarcador, proporcionado, dibuja anacrusas, divide y subdivide con elegancia y suave precisión. Sabe conjuntar, engarzar y construir con facilidad discursos sonoros plenos y rotundos. Y ese es uno de los peligros de sus versiones. Lo caudaloso no deja en ocasiones apreciar el detalle, el discreto acento, la frase delicada.

Su Beethoven pecó de una robustez exagerada. Ya de inicio nos ofreció una consistente y compacta obertura de “Egmont”, con una introducción lenta bien planificada. Todo sonó muy fuerte, sin las deseadas gradaciones. Los “tempi” prudentes, al viejo estilo, nos llevaron a una coda realizada a toda presión en la que las líneas de los violines quedaron sepultadas y en donde el inclemente timbal, de batuta gruesa, campó por sus fueros.

En el “Concierto nº 3” fue medido en lo rítmico el acompañamiento a Iván Martín, que luchó bravamente por no ser absorbido por la marea y lo consiguió sobre todo en el Largo. Teclado y “tutti” se entendieron y el pianista pudo desplegar su rico juego, que fue de lo sigiloso a lo solemne. Cantó con elocuencia, dialogó con estilo, se extasió en los adornos; siempre con línea, bello sonido y aplicación de los más variados matices. Fue la suya un versión viril, prerromántica, sustanciosa y expresiva antes que extremadamente poética. En todo caso, de nuevo, y lo demostró en el “Rondó”, puso de manifiesto que es un artista de raza, con ideas y recursos de la mejor ley.

Cerró la sesión una vigorosa y contundente “Cuarta Sinfonía”, en la que hubo verbo antes que refinamiento. El “Adagio” de apertura se tocó muy fuerte. Las líneas quedaron bastante bien dibujadas después, en un Allegro que rompió a andar ligero y brioso. La transición a la reexposición no tuvo en el “crescendo” la buena caligrafía exigida, bien que, aquí y en otros instantes, la batuta acertara a resaltar algunos difíciles contrapuntos. La” Danza húngara nº 1” de Brahms remató la sesión entre aclamaciones. La Orquesta invitada causó excelente impresión por su sana y potente sonoridad y la destreza y pasajera finura de sus cuerdas agudas. Arturo Reverter

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