La polémica cancelación en el Teatro Real
La polémica cancelación en el Teatro Real
Conocidas son mis “una de cal y otra de arena” al Teatro Real. Hoy he de añadir una nueva ante los hechos acaecidos en la segunda función de “Ballo in maschera”, sobre los cuales conviene una reflexión serena. Lo primero que hay que señalar es la valentía del Teatro Real en ser uno de los cinco primeros teatros del mundo que abordó una ópera en escena tras la primera oleada de la pandemia y también uno de los primeros en plena segunda oleada. Un riesgo asumido, con varios epidemólogos asesorando, pero en el que no pueden atarse todos los cabos. El Met, en cambio, acaba de anunciar la cancelación de toda la temporada 2020/2021.
La normativa que regía sólo exigía respetar un 75% de ocupación. El Real no superó, por voluntad propia, el 65%. No obligaba a que ese 75% fuese en cada zona. El teatro cuenta con abonados con entradas asignadas desde hacía tiempo. Luego se realiza la venta general y, al llegar a ese 65% voluntario, se bloqueaba. Se vendieron prácticamente todas las localidades más económicas -que no baratas- y quedaron por vender las más caras de platea o palcos. Un teatro privado habría subido el precio del anfiteatro y reducido el de platea, pero el Real es público. Resultado: unas zonas sin distanciamiento y otras con mucho. Un grupo pequeño comenzó a protestar y arrastró a más, tanto de unas localidades como de otras. Les diré, porque lo conozco, que un par de los incitadores tienen enfrentamientos con el teatro o su dirección por asuntos en los que ahora no voy a entrar, aunque bien podría. Se ofreció una recolocación sobre la marcha y la devolución del importe de las entradas a quien no estuviese conforme y abandonase el local. No resultó y, tras una hora de incidentes, con la obertura iniciada y la función iniciada, el director de orquesta tuvo que desistir y, por primera vez, el público obligó a suspender una representación. Lo más parecido acaeció el 7 de enero de 2000 con un homenaje a Alfredo Kraus al que se ausentaron algunas estrellas anunciadas –Pavarotti, entre otras- sin previo aviso al público. Fue un escándalo pero el homenaje siguió.
Cierto es que el Real podría y debería haber sido más previsor, pero tampoco lo han sido los gobiernos central y de las comunidades autónomas. Las cosas no funcionaron como sería deseable. Fue absurdo, por ejemplo, que en el estreno se viese a ocho críticos juntos en la primera fila de principal cuando la de atrás estaba vacía. Habría podido redistribuir previamente a los abonados y reconfigurar el programa de venta para que bloquease butacas por zonas y se señalasen bien las ocupaciones. Es de suponer que es lo que ahora efectuará, si la informática responde. De momento ya funciona la limitación al 65% en cada zona.Tampoco funcionan engrasadas otras cosas, tales como las devoluciones o los cambios de localidades, mas esto es otra historia.
Con todo ello, no son de recibo ni la provocación por vendetta casi lírica de alguna persona enemistada con la institución ni el uso que del incidente han realizado algunos partidos políticos alentando el enfrentamiento de clases que vienen promoviendo en sus ansias por destruir nuestro sistema nacido en la transición. No es de recibo que Echenique responsabilice a la Comunidad de Madrid de este suceso cuando el Real depende fundamentalmente del Ministerio de Cultura, pero en su desinformación le llegó en las redes sociales su penitencia. Que la ópera es cara es cosa sabida y bien cierta, pero también que el Real realiza los esfuerzos que puede por hacerla más accesible dentro de lo que le permite su presupuesto. Ejemplo lo hubo con la función previa al estreno exclusiva para jóvenes o las pantallas en la Plaza de Oriente en ocasiones. ¿Por qué no se habla de eso? Basta por favor de tratar de engañar y enfrentar ricos y pobres. Gonzalo Alonso
Sin entrar en otras consideraciones, dos apuntes:
– A estudiar el caso de la Asociación de la Ópera de Oviedo, con el Teatro Campoamor. Todo un ejemplo a seguir
– Efectivamente está feo enfrentar a pobres y ricos. Para ello el mejor método es y luchar para que no haya pobres ni excesivamente ricos.