Poliuto: fiesta belcantista en el Liceu
Poliuto: fiesta belcantista en el Liceu
Poliuto (G. Donizetti). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 10 Enero 2018. Versión de concierto
Vuelve esta ópera de Gaetano Donizetti al Liceu tras una ausencia de casi 43 años. Se ha ofrecido en forma de concierto y el resultado ha sido brillante, en lo que ha constituido una auténtica fiesta belcantista por parte de los principales protagonistas de la ópera, a lo que puede añadirse una notable dirección musical.
Poliuto es una ópera llena de dificultades para la pareja protagonista, Esto hace que se haya convertido en una auténtica rareza, a lo que hay que unir el hecho de que el belcantismo no pasa por sus mejores tiempos en lo que se refiere a las preferencias de los programadores de los grandes teatros de ópera. No obstante, cuando se da en las condiciones debidas, como ha ocurrido ahora en Barcelona, el éxito acompaña a la ópera. No estaría de más que tomen buena nota otros teatros.
La dirección musical ha estado encomendada al italiano Daniele Callegari, muy demandado por los grandes teatros para dirigir ópera italiana. Sus actuaciones siempre se caracterizan por su eficacia y no por su brillantez o inspiración. Con estos antecedentes es fácil entender que su presencia no me hacía particularmente feliz. Sin embargo, tengo que decir que la realidad ha superado ampliamente mis expectativas. Su dirección ha estado llena de energía ya desde la obertura, brillando especialmente en los dos primeros actos de la ópera. Ha demostrado un gran conocimiento de la partitura y ha llevado las riendas con mano muy segura, apoyando bien a los cantantes y sacando un buen partido de la Orquesta y el Coro del Liceu, ambas formaciones muy por encima de lo que ofrecieron del día anterior en la representación del Elixir. Es como si en estos días los ensayos se hubieran dedicado a Poliuto.
El personaje que da título a la ópera es el de Poliuto, interpretado en esta ocasión por Gregory Kunde. No es un personaje al alcance de cualquier tenor, ya que su tesitura es muy complicada, más allá de algunas notas muy expuestas. El americano es hoy en día una de las más seguras opciones en este tipo de repertorio, superando con brillantez todas las dificultades, aunque tuviera que pasar apuros en algunas ocasiones. Su línea de canto es elegante como siempre y muy adecuada a este tipo de repertorio. Hay que concluir diciendo que ha sido un lujo poder contar con él.
Otro auténtico lujo ha sido la presencia de la soprano Sondra Radvanovsky en la parte de Paolina, que realmente es la auténtica protagonista de la ópera. Su actuación fue magnífica de principio a fin, con una voz oscura y de gran belleza, un volumen espectacular y un registro agudo envidiable. Únase a todo eso su gran adecuación al belcanto, que ella nunca ha abandonado, y llegamos a la conclusión de que la suya fue una actuación espectacular y de las de quedan para el recuerdo del aficionado.
El tercer protagonista de la ópera es el procónsul Severo, interpretado por el barítono Gabriele Viviani, que sustituía al inicialmente anunciado Luca Salsi. Su actuación ha sido buena, mejor de lo que yo esperaba. La voz ha ganado en amplitud y resulta adecuada para el personaje, pudiendo echarse en falta algo más de nobleza, especialmente en la parte alta, donde tiende a abrir sonidos. En cualquier caso, fue un notable Severo.
Buena también la actuación de Rubén Amoretti en la parte de Calistene, con buena línea de canto y voz suficiente.
En los personajes secundarios Alejandro del Cerro fue un sonoro Nearco, cantando con gusto, aunque su voz no sea muy atractiva. Adecuado, Josep Fadó como Felice, el padre de Paolina.
El Liceu ofrecía una sorprendente ocupación que rondaría el 60% de su aforo. Los huecos en este teatro se están convirtiendo en un mal endémico. El público dedicó una recepción triunfal a los artistas, particularmente a Sondra Radvanovsky y a Gregory Kunde.
El concierto comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 30 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 56 minutos. Nueve minutos de aplausos.
Tengo la impresión de que al Liceu se le ha ido la mano con los precios practicados, ya que han sido más caros que en una representación escénica. Esto puede explicar en parte la escasa afluencia de público. La localidad más cara costaba 260 euros, estando el precio de la butaca de platea entre 131 y 178 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 47 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
Últimos comentarios