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Por Publicado el: 11/06/2015Categorías: Crítica

Porgy and Bess en el Real: Espectáculo total

ESPECTÁCULO TOTAL

 

Teatro Real

GERSHWIN: “Porgy and Bess”. Solsitas y Coro de la Ópera de Cape Town, Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección de escena: Christine Crouse. Dirección musical: Tim Murray. Teatro Real, Madrd, 10 de junio de 2015.

la razon porgy

Un día del verano de 1934, cuando George Gershwin ultimaba con DuBose Heyward, autor de la novela “Porgy” de 1926 y de la inmediata obra teatral del mismo título, la confección del libreto de la ópera “Porgy and Bess”, el compositor, su hermano y libretista Ira, Heyward y su esposa Dorothy acudieron a un local de Folly Beach, en Charleston, donde trascurre la acción de la pieza. Como relataría años después Ira, eran los únicos blanco del bar-merendero. Un parroquiano se puso a silbar una tonada y de súbito Gershwin se lanzó a improvisar un acompañamiento con palmas y zapatazos en el suelo; medio minuto después, todos los lugareños seguían al músico, que terminó por organizar una espectacular ‘performance’ rítmico-coreográfica, que se prolongó durante horas. Esta anécdota revela de qué forma tan intuitiva como profunda Gershwin pudo asimilar la música negra y llevarla a la ópera, del mismo modo que ya había transferido, con parigual intensidad, el Jazz a la sala de conciertos. Su “Porgy” puede ser la mejor partitura “negra” escrita por cualquier autor, sea o no de color.

La obra llegó al Teatro Real apenas reabierto como escenario de ópera, en 1997, con el hoy veterano Willard White como extraordinario protagonista. Ahora ha vuelto en una producción de Christine Crouse para la ópera de Ciudad del Cabo, que ha movilizado a todo su elenco de solistas, la mayor parte de ellos con nombre impronunciable para nosotros y perfectamente desconocidos, y a su formidable coro, confiando la parte instrumental a la orquesta titular del Real, la Sinfónica de Madrid.

El espectáculo es absoluto, impactante, desde la primera escena hasta la caída del telón. La mención inicial obligada es para el coro preparado por el joven Marvin Kernelle, de la propia Cape Town; sus integrantes bailan, a veces a ritmo endiablado, mientas cantan, actúan con solturas y desparpajo pasmosos, y se mueven y contorsionan por la escena con la destreza y precisión del mejor cuerpo de danza. Ellos son el cincuenta por ciento de la producción. El reparto del estreno, aunque ignoto para todos los espectadores, es un lujo, y, como el coro, sin fisuras. Xolele Xixaba compone un “Porgy” canoramente irreprochable, y casi atlético en sus tres horas de función desplazándose de rodillas por la escena o sobre un carrito. Nohnlanhla Yende es una “Bess” desgarrada y tierna, notoria actriz, capaz del registro dramático y de la efusión lírica. Siphamandla Yakupa cantó un “Summertime” irreprochable, Miranda Tini fue una “Maria” respondona y mandona, como debe ser su personaje, y Lukhanyo Moyake encarnó a un “Sportin’ life” correoso, cínico y de agilidad flexible. Mandisinde Mbuyazwe, el “malo”, “Crown”, recreó a un chulo casi brutal con energía vocal y escénica, y Arline Jaftha supo expresar el fervor religioso de “Serena” a un punto del fanatismo, con trazos de espirituales negros. Pero lo importante es la cohesión de ese equipo, que cincela la obra con maravillosa convicción,

Al británico Tim Murray, responsable de la dirección orquestal, quizá le falta un hervor para meterse hasta el fondo en la piel de esta música genial, absorbente y, no lo olvidemos, terriblemente difícil. Su trabajo fue subiendo de nivel en el curso de la representación y la Sinfónica respondió con fuerza y entusiasmo a los que ya dimanaban del escenario. Fue un espectáculo total, pleno, que se llevó de calle a una audiencia, raro en un estreno, entregada desde los primeros diez minutos de función.  José Luis Pérez de Arteaga

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