Postres canoros
Postres canoros
Una de las cosas más difíciles para cualquier artista es enfocar los últimos años de su carrera. Hay tres factores que suelen condicionar ese periodo: las necesidades económicas, las ganas personales por continuar artísticamente vivo y el entorno.
Poco se puede aconsejar cuando se llega a esa etapa precisándose dinero. Conocidos son los casos de artistas con patrimonios dilapidados por el juego o robados por próximos. Se comprende entonces que prime lo material sobre lo artístico.
A los artistas les resulta muy difícil una retirada brusca o paulatina. El ejemplo de Greta Garbo no es frecuente, tampoco el de Fischer-Dieskau. Un cantante debería decidir si continuar en la ópera exclusivamente en función de su situación vocal y lo que artísticamente pueda él aportar a un papel y, si se quiere, también lo que un papel aún le pueda aportar a él. Un ejemplo lo dejará más claro. ¿Qué podría aportar un gran intérprete a un personaje como Sparafucille y qué le puede aportar artísticamente éste a quien ha triunfado como Don Giovanni o Boris y puede seguir admirando como Scarpia o Don Carlo? Son comprensibles las ganas de continuar trabajando con los amigos con los que uno se entiende, con los que uno disfruta haciendo lo que ha hecho toda la vida, pero conviene medirse.
En esta medición tiene mucho que ver el entorno. ¡Cuántos familiares y amigos creen que hacen un bien al artista querido animándole a seguir en la brecha con todo tipo de adulaciones que no se corresponden con la realidad de su momento! Es una gran equivocación, porque el mejor servicio que hay para con un amigo es la lealtad. Decirle lo que verdaderamente uno piensa.
Lo peor que le puede suceder a la imagen y a la memoria futura de un artista es arrastrarse por los escenarios. ¿Qué pensará un joven aficionado que oiga en decadencia y por vez primera a una figura de renombre? Posiblemente “pues no era para tanto” y, si la figura le ha sido muy querida en grabaciones, quizá le suceda como a mí cuando escuché en vivo a Callas por vez primera y última: me eché a llorar.
Los postres también forman parte de un buen menú, pero han de redondearlo y dejar al comensal con buen sabor de boca. Cuando la voz empieza a fallar, se ha de recurrir a la inteligencia y a la sinceridad con uno mismo.
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