Premios líricos de Oviedo
Premios líricos
Los Premios Líricos del Teatro Campoamor se encuentran plenamente consolidados cinco años después de su creación con trescientas candidaturas presentadas por las más diversas instituciones del país, fundamentalmente los teatros de ópera. Éstos se mostraron en un principio algo indolentes ante la solicitud para que enviasen candidaturas y material audiovisual de sus producciones, pero para ellos ya ha pasado a ser relevante recibir un Premio Lirico del Campoamor. Hay que agradecer a la ciudad de Oviedo y a su alcalde el formidable apoyo que presta a la iniciativa desde que decidió ponerla en marcha. Con perseverancia es como se consiguen las cosas. Para instituciones y artistas es importante saber que el jurado que otorga los premios se haya compuesto por los críticos que representan a los principales medios de comunicación del país. Once personas, curiosamente todo sexo masculino, que reflejan fielmente las variadas tendencias estéticas de la sociedad actual.
Aspecto primordial es la gala en la que se hace entrega de los premios, tanto en su “escenificación” – Sagi y del Monaco han realizado excelentes trabajos- como en su capacidad de convocatoria. Podía no resultar fácil que un artista premiado accediera a desplazarse a Oviedo a recoger su trofeo, pero la relación de los distinguidos es ya tan amplia en número y solidez -Mehta, Belohlavek, Carsen, del Monaco, Warlikowski, Bros, Salminen, Álvarez, Meier, Cedolins, Dessay, Pieczonka, Caballé, Freni, Berganza o Ludwig- como para que cualquier intérprete se muestre interesado en acudir.
En esta edición resulta significativo que la producción más destacada del año haya recaído en una española, “Partenope”, realizada por el INAEM excepcionalmente, pero que debería marcar un camino en la imprescindible colaboración y reducción de costes de nuestros teatros. También que, con Nucci y su única función en el Real sin apenas ensayo, se vuelva a demostrar que la ópera es ante todo interpretación cuando hay un auténtico artista sobre el escenario.
Gonzalo Alonso
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