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Por Publicado el: 03/03/2022Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

El proyecto Zarza y “El sobre verde”

Acaban de terminar las representaciones de “El sobre verde” en el Teatro de la Zarzuela, siendo recibidas por un público diferente al habitual, que incluye gente muy joven -también sus familias y profesores- que descubren que les puede gustar la zarzuela. No sólo eso, sino que se entusiasman y hacen preguntas a los artistas en el coloquio que tiene lugar al acabar la función

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El sobre verde

Bajo el lema “Zarzuela por jóvenes y para jóvenes” nació hace cinco años el Proyecto Zarza, al que se da cabida en el Teatro de la Zarzuela, con el objetivo de acercar un género único y absolutamente español a todos los públicos. Por él han pasado ya varios espectáculos: “La revoltosa”, “El dúo de la Africana”, “La verbena de la Paloma”, “Agua, azucarillos y aguardiente” y el popurrí de títulos “Amores en zarza”. Las tres últimas producciones han superado los 100.000 visionados y el proyecto se alzó el año pasado con el Premio Ópera XXI a la mejor iniciativa de fomento de la lírica.

Esta vez se ha elegido el sainete “El sobre verde” de Jacinto Guerrero, con revisión de Álvaro Tato a partir del libreto original de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez. Aires de revista en la que tienen cabida, con números muy visuales, desde el fox al chotis, pasando por el tango o el charlestón. A la música original se añadió un número final con el fin de mostrar que la vida puede ser un cabaré, que podemos jugar y disfrutar, pero sin equivocarnos, porque las cosas se logran trabajando. No se puede confiar todo a la suerte. El reparto está compuesto por un grupo de jóvenes cantantes y actores elegidos en un proceso de audiciones y acompañados por un grupo de cámara de ocho instrumentos, con dirección escénica de Nuria Castejón, musical de Cecilia Bercovich, escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda y vestuario de Gabriela Salaverri. A las nueve funciones les siguió un streaming en el canal de YouTube y el perfil de Facebook del Teatro de la Zarzuela.

Cada año Bianco y su equipo hacen unas 250 audiciones. Escuchan y valoran en conjunto. Puntúan la preparación musical y actoral de los aspirantes, de entre 18 y 30, muchos de ellos desconocedores de lo que de verdad es una zarzuela”. Se habla de manera muy acelerada, velocísima, con un ritmo vivo, casi atosigante, con exclamaciones, gritos, idas y venidas; con descubrimientos impensados. Se baila, y muy bien, sobre una magnífica coreografía de Nuria Castejón, estupendamente ensamblada, de un dinamismo contagioso que es seguida a pies juntillas por el grupo. Se grita, a veces en exceso. Y se canta. Cantan de aquella manera, sin ningún tipo de amplificación. No se busca la impostación, el rigor lírico, sino la vistosa iluminación e ilustración en un tono más propio de la revista o comedia musical. Voces de relativa impostación, de emisión natural y abierta, que saben conjugar el movimiento con el canto. Tras un mes de ensayos, el resultado es admirable. El espectáculo viajará a Avilés. Pero merecería estar en los teatros de la Gran Vía o en cualquiera del INAEM, porque es para quitarse el sombrero y divertirse. Una verdadera pena si no se ve en más sitios. Gonzalo Alonso

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