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Jaime Martín al FIS
Por Publicado el: 26/10/2012Categorías: Noticias y maldades

¡Qué razón tenía G. Alonso en su artículo!

Una de las noticias más comentadas en twitter es la donación de Amancio Ortega a Caritas por 20 millones de euros. Curioso que esta donación se haga tras el artículo de Gonzalo Alonso publicado en La Razón en el que se animaba a que las grandes fortunas españolas y él en particular tuviesen una actitud benéfica que, hoy por hoy, es casi desconocida. Los veinte millones de Ortega son ahora conocidos y ya ven los comentarios que hay, desde que es una “porquería” comparado con la fortuna que tiene hasta que habrá gato escondido para tal generosidad.

Es justo lo que expresaba Alonso en su crítica desde NYC “Fleming contra Netrebko”, cuyo párrafo central recogemos aquí como profecía de lo que acaba de suceder: “Se expresa estos días desde fuentes oficiales que nuestros teatros van a tener que aproximarse a los americanos en su financiación, pero esto no es algo fácil. En Estados Unidos existe entre las clases pudientes la idea de devolver a la sociedad una parte de lo que ésta les ha hecho ganar al margen de los impuestos que toque pagar. Las fundaciones de los Jobs o Gates no son algo nuevo, sino que responden a una recio arraigamiento con sagas familiares ya célebres como los Rockefeller o los  Fisher. Hasta George Soros, en un tiempo considerado gran especulador, es hoy importante filántropo. ¿Cuál de nuestras grandes fortunas es conocida por sus obras benéficas? ¿Cuál es la actividad filantrópica, por ejemplo, de Amancio Ortega, el tercer hombre más rico del mundo? En España se ve mal a los ricos y estos quieren la menor publicidad posible, ni siquiera la que conllevaría la obra social. Se ama el poder desde el anonimato. Jesús Polanco fue un desconocido hasta que tuvo un día que pisar la Audiencia. La riqueza de los otros no supone un estímulo sino que ser rico está mal visto -¡lo habrá robado!-, porque la envidia es deporte nacional como la ley del mínimo esfuerzo domina en todas las áreas de la educación  e incluso la vida. Y como, lo queramos o no, ésta es la conciencia social que nos han transmitido algunos políticos, será imposible formar una relación de miles de donantes como la que figura en los programas de mano del Met, por cierto gratuitos.

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