La correspondencia de Pau Casals, “documento de valor inestimable”

“QUERIDO MAESTRO”. Correspondencia de Pau Casals (1893-1973). Edición y traducción de Anna Dalmau y Anna Mora. ACANTILADO (Barcelona, 2024). 703 págs. 

“Querido Maestro”

Dice la contraportada de este libro de más de setecientas páginas que se trata de un “documento de valor inestimable”. No exagera el editor al considerar así este volumen caudaloso en páginas, pero sobre todo en contenidos y saberes. Se trata de la correspondencia cruzada por Pau Casals entre 1893-1973. En definitiva, ocho décadas que documentan el devenir tenebroso, pero también luminoso, de la humanidad y su cultura durante uno de los periodos más convulsos y transformadores de la historia. Sus sombras y luces, descritas a través del día a día epistolar de quien fue uno de los personajes más honorables y fascinantes de la cultura de su tiempo.

Bajo el afortunado título de “Querido Maestro”, Casals y sus cientos de destinarios y remitentes vierten una preciosa y valiosa información cargada de detalles y anécdotas. Todo contado con la naturalidad propia de un artista siempre directo y desalambicado. Cartas que se leen con la fascinación que se escucha su Bach marcador de época. Muy bien escritas. Directas y cargadas de detalles personales, musicales, y sociales. Un vivo retrato, desde la intimidad del correo, de la circunstancia personal y profesional de la música y los músicos de su tiempo extenso.

Durante estas ocho décadas, Casals se cartea con todo tipo de personas y deja testimonio de aquello que no aparece en la “historia oficial”. La relación de personajes que escriben a Casals y a los que éste escribe es abrumadora. Y delata la universalidad de este catalán fervoroso que se relacionó con las figuras más representativas de su tiempo, entre las que él mismo es nombre capital. Desde políticos como Cambó, John Kennedy, Harry Truman o Tarradellas, a la Reina Isabel de Bélgica, la infanta Isabel de España y personajes como Thomas Mann, Picasso Albert Schweitzer o el Conde de Morphy.

Naturalmente, el núcleo gordiano está entre los músicos. La nómina es impresionante. Casals se cartea con compositores como Bartók, Nadia Boulanger, d’Indy, Enescu, Fauré, Glazunov Poulenc o Ysaÿe; directores como Adrian Boult, Furtwängler, Stokowski y Bruno Walter; o solistas tan reconocidos como los pianistas Myra Hess, Horszowski, Istomin, Lefébure, Cortot, Artur Rubinstein, Serkin o Siloti; la clavecinista Wanda Landowska y violinistas legendarios hoy y entonces como Harold Bauer, Grumiaux,  Menuhin, Monasterio, Stern o Jacques Thibaud.

Naturalmente, la relación se expande entre los violonchelistas, cuya copiosa correspondencia delata la devoción de todos por el arte de Casals. Entre otros, Casals escribe y recibe misivas de Fournier, Maréchal, Rostropóvich, Tortelier y Gregor Piatigorski, quien el 27 de julio de 1956 le escribe desde Los Ángeles: “Mi querido amigo y Maestro! ¡Qué alegría recibir noticias suyas! ¡Me haría muy feliz ver y escuchar los maravillosos programas en Prades, o -como algunos de sus amigos y colegas- tener la buena suerte de hacer música con usted allí! […] Siempre pienso en usted con profundo afecto y admiración, y de todo corazón le deseo muy buena salud y lo mejor en su vida. Siempre suyo”. 

Capítulo aparte merece la densa correspondencia con músicos y personajes de la música española, de la que se extrae un vivo e íntimo retrato. Se cartea con particular y obvia cercanía con los catalanes, Joan Alavedra, Conxita Badía, Gerhard, Lamote de Grignon (padre e hijo), Manén, Enric Morera, Toldrà o Zamacois. Particularmente estrecha y fraternal es la “fiel” correspondencia con Enric Granados. Naturalmente, no faltan las cartas intercambiadas con Manuel de Falla, Ernesto Halffter o Joaquín Turina.

Todo es interesante y ameno en este libro valioso para el músico, pero también gustoso para el lector dispuesto a adentrarse desde dentro en el meollo cultural del siglo XX, teñido siempre desde el toque íntimo y personalísimo de Casals. Desde el desencuentro con Rubinstein por cuestiones de perras, al boicot que sufre Bruch en Berlín por ser su música considerada por el todopoderoso Nikisch como “antigua”; a sus excusas a Schönberg para no estrenar el concierto para violonchelo y orquesta que éste le había dedicado: “Me siento doblemente molesto”, escribe al creador del dodecafonismo el 1 de octubre de 1933, “por no poder aceptar su propuesta. Primero: aunque tengo muy avanzado el concierto que me ha hecho el honor de dedicarme, no puedo presentarlo, y menos por radio, al público. Segundo: a causa de mi compromiso previsto para el próximo mes de noviembre no puedo estar de acuerdo con las condiciones de la BBC de Londres ni disponer de mi tiempo para noviembre. Créame querido maestro que lo siento”.

Todo lo recopilan, organizan, pulen y cuidan con mano minuciosa las editoras y traductoras Anna Dalmau y Anna Mora, en un trabajo deslumbrante e impecable que descubre de primerísima mano, desde la intimidad epistolar, “la personalidad del músico y la relación inextricable que para él existía entre el arte y la vida”. Libro imprescindible. Justo Romero.

Editorial Acantilado

Justo Romero