Quince años
He aquí los dos artículos escritos por Gonzalo Alonso en su primera colaboración semanal para El Cultural, entonces del ABC de Anson, hace ahora quince años, coincidiendo con el incendio del Teatro del Liceo.
Sentimientos y Sensatez
“Por el humo se sabe…”, comienza una conocida romanza y, tras el incendio del Liceo, se avivaron muchas fobias ocultas. Las emociones del momento propiciaron declaraciones nada meditadas, a las que inmediatamente han surgido réplicas de igual visceralidad. Pero los sentimientos no deben aplastar la sensatez y los fundamentos de un Estado de derecho. Vayan pues, aún a tiempo, aquellas preguntas preliminares a tantos planes tan voluntariosos como a destiempo.
¿Qué responsabilidades existieron y quién las va a dirimir? ¿Por qué no se aprobó en su día el proyecto de remodelación? ¿Quién debe responder de que, ante los numerosos informes de bomberos, no se acometiera un plan de seguridad mínimo en cuanto a instalaciones y modos de actuación? ¿Deben primar en la situación criterios de racionalidad, como la accesibilidad apara acopios y espectadores, o los motivos históricos? ¿Conviene aprovechar el alicaído proyecto de la Plaza de las Glorias? ¿Es acertado construir a finales del siglo XX un teatro del XIX en lay-out y ornamentación?
¿Resulta sensato echar de sus camas a los vecinos afectados por la remodelación sin antes echar a la propiedad de sus butacas? ¿Encaja en un Estado de derecho expropiar a aquellos para incrementar el valor de la propiedad privada del Liceo? ¿Cómo deben distribuirse los papeles en las tareas futuras, financiación, incluida? ¿Puede aplicarse anticipadamente algo similar a la ley del mecenazgo para potenciar iniciativas privadas? ¿Es viable ofrecer algo más?
¿Existe un plan de solidaridad del mundo musical, el principal afectado, coordinando la colaboración de los teatros y artistas que se han ofrecido? ¿Cabe una sinergia entre éstos y locales públicos para continuar y abaratar las temporadas en curso? ¿Quién, con mentalidad empresarial y no de mero gestor, va a dirigir todo ello?
Exijamos reflexión antes de la acción, escoger entre los responsables y el camino idóneo. Lo contrario puede salir al final tan caro e interminable como el parto del Real. ¿ O es que ya lo habíamos olvidado?
GAR
11/2/94
¿Más catástrofes para la música?
Cuando los rescollos del incendio del Liceo aún humean, la catástrofe musical se cierne ahora sobre los aficionados madrileños. La crisis económica ha llegado a una de las entidades punteras en el patrocinio de acontecimientos musicales. La situación de Tabacalera obliga a esta entidad a desentenderse de Ibermúsica, que busca a la desesperada nueva financiación para la próxima temporada.
Cajamadrid parece proclive a arrimar el hombre, aunque en su consejo rector hay quien tiene poco cariño a la música o a subvencionar los beneficios de un particular. Lo malo ES que, aunque se pongan de acuerdo y siempre que no surja otro benefactor, lo acabará pagando usted, aficionado, ya que los ciclos sinfónicos y de cámara que venía financiando habrían de desaparecer. Así que o Giullini –y el “Requiem” de Brahms programado- o el Cuarteto Alban Berg. ¿Qué prefiere perder?
Y, a todo esto, ¿qué estará pasando en la Asociación Filarmónica de Madrid, también favorecida por Tabacalera? Cuando las barbas de tu vecino…
GAR
11/2/94
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