Quincena Donostiarra
La juventud al poder
Obras de Strauss, Hartmann y Shostakovich. M.Goerne, barítono. Gustav Mahler Jugendorchester. I.Metzmacher, director. Auditorio Kursaal. San Sebastián, 1 de septiembre.
Abbado fundó en 1986 una orquesta de jóvenes que hoy día es ya un referente. Es una especie de JONDE en la que sus chicos no son los mejores de España sino los mejores de Europa y en la que el caso Giulini –que dedicó un curso a los españoles- no es una excepción, pues el conjunto trabaja habitualmente con grandes directores, encantados de poder hacer música con quienes disfrutan con ello. Abbado continúo su estrecha colaboración y, de hecho, visitará España con ellos el primavera.
Casi ciento treinta instrumentistas participaron en el concierto ofrecido por una Quincena que, a punto de terminar, no puede realizar un balance más positivo. La plantilla para “Till Eulenspiegel” y “Gesangsszene para barítono y orquesta” de Karl Hartmann era inmensa, baste señalar la docena de contrabajos o los veinte primeros violines. Unos 16 españoles se integran en una agrupación en la que, entre españoles y extranjeros, hay casi media docena que han cursado estudios en la Escuela Reina Sofía. De ahí la presencia de Paloma O’Shea en el concierto.
La respuesta de los chicos, con una media de edad inferior a los 25 años, es ejemplar. El sonido global admira por su poder, la perfecta afinación, la brillantez, la capacidad para apianar… tantas y tantas cosas. ¡Y qué decir de los solistas! Basten tres ejemplos: concertino, la primera flautista o la primer chelo. Reconforta comprobar que el futuro de las grandes orquestas –esas que trae a España Alfonso Aijón, responsable también de esta gira- está asegurado con chicos como los de la Mahler Jugendorchester. Sus caras al tocar eran la viva imagen del travieso Till Eulenspiegel. Capacidad, entusiasmo y trabajo son las claves.
El alemán Ingo Metzmacher adquiere cada día más proyección como director. Es Director General Musical de Hamburgo y acaba de ser nombrado titular de la Ópera de los Paises Bajos y sucesor de Nagano en la Deutsche Symphonie de Berlín. Clave en esta trayectoria es su especialización en la música de nuestro tiempo, como evidenciaba el programa presentado. Quedaron expuestas las incógnitas que nos planteó Shostakovich en su última sinfonía, con sus extrañas citas a los motivos rossinianos de “Guillermo Tell” o a los temas del destino de “Valkiria” o “Tristán”, bruscamente cortados por su inconfundible ironía. Se estrenaban en España las “Escenas de canto para barítono” de Hartmann, coetáneo del ruso, obra basada en textos de Giradoux sobre Sodoma y Gomorra, seria y de gran dramatismo en la que Matthias Goerne recitó las terribles palabras finales mejor de lo que había cantado el resto, siempre con excelentes inflexiones pero demasiado forzado y con la voz estrangulada. Éxito de los de referencia para un programa difícil servido por los jóvenes que pronto tomarán el poder. Gonzalo ALONSO