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Por Publicado el: 31/10/2009Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Rajoy Boccanegra

Rajoy Boccanegra
Plácido Domingo ha debutado en Berlín en el personaje de Simón Boccanegra, una de las grandes óperas verdianas, aunque no siempre apreciada y, sin duda, uno de los papeles deseados por todos los barítonos para culminar una carrera. La figura del Doge genovés del siglo XIV, elevado al poder por los plebeyos para desgastar a los patricios, tratando de imponerse a sendos bandos y finalmente asesinado, proporciona grandes ocasiones de lucimiento vocal y teatral.
Hoy, en nuestro país, existen historias paralelas que bien podían servir a uno de esos registas “espabilados” que tanto abundan. Rajoy fue nombrado Doge en Valencia con el apoyo, entre otros, de los populares plebeyos y a pesar de los nobles patricios. Siguieron las luchas entre unos y otros sin que el Doge acabara de imponer el orden. El noble Fiesco siempre fue de cara, vengativo por lo que el Doge le había robado, impuso como condición para la paz la devolución del objeto sustraído, pero el Doge tardó demasiado tiempo en poder cumplir y, cuando lo hizo, fue demasiado tarde. Se había dejado seducir por el regalo del plebeyo Paolo, una jarra con agua envenenada. En su agonía entregó el poder al joven Adorno, un patricio que intentaría la reconciliación definitiva. “¡Hasta el agua de la fuente sabe amarga al hombre que manda!”, frase capital de Boccanegra, podía muy bien ser un gallego e irónico comentario de Rajoy en cualquier conferencia. Pero claro, Rajoy no es Boccanegra y ninguno de nosotros le ve representando la formidable escena del Consejo y, desde su trono, exclamar a plena voz “¡Fraticidas, plebeyos, patricios, esclavos de la fiera historia! Lloro por vosotros” y seguidamente llamar la atención sobre Paolo, quien en una ocasión le había espetado “Te recuerdo que me debes el trono”, para sentenciar con imponente autoridad: “Aquí hay un villano que me escucha y palidece… Que el trueno de mi voz caiga sobre el miserable: ¡maldito sea!”. Pero sólo eran palabras, no hechos, y si no se detuvieron los súbditos plebeyos y acabaron asesinándole, mucho menos lo harían con Rajoy. ¿Acaso con Aznar al frente habría habido valor para protagonizar los hechos de esta semana? A nuestro regista o a ustedes les toca trasladar el resto de los personajes mas no olviden que Boccanegra muere y que el poder no recae sobre el patricio Fiesco ni sobre el plebeyo Paolo, sino sobre el joven Gabriele Adorno. ¿Existe realmente ese joven Gabriel Adorno?

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