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Las instituciones musicales se mueven
El ocaso de la opera
Por Publicado el: 05/09/2016Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Rajoy y el Rey, quasi fantasia ma non tanto

rajoy y rey

Rajoy y el Rey, quasi fantasia ma non tanto

Nuestro presidente de gobierno, Mariano Rajoy, anuncia una imprevista rueda de prensa a la semana de su fallada investidura. Comparecencia masiva de los medios. Expectación en los demás partidos político e incluso en el PP, porque nadie sabe de qué va la cosa. Empieza una declaración tras la cual no se admitirán preguntas: “Ciudadanos y ciudadanas,, como el Sr. Rivera, yo también me siento avergonzado de la impresentable opereta que estamos representando ante ustedes y el mundo. Creo que sólo existe una salida y esta es que los tres candidatos que hemos sido incapaces de llegar a algún acuerdo entre nosotros nos retiremos y abramos paso a personas de nuestros respectivos partidos que sí sean capaces de lograrlo. En consecuencia estoy en condiciones de anunciar que no me volveré a presentar como candidato una vez que los señores Sánchez e Iglesias anuncien y efectúen lo mismo. Entenderán que, siendo el candidato del partido más votado y del único que que ha cosechado más votos en las anteriores elecciones, no me retire si no lo hacen a la vez aquellos que las perdieron”.

Los tertulianos se quedan admirados de la nueva jugada maestra del más veterano experimentado de los candidatos. Otra vez se la ha vuelto a jugar. Si no se retiran, no podrán volver a pedirle a él que lo haga y Rajoy se muestra como el más despegado de ambiciones personales.

Sin embargo Sánchez e Iglesias no están dispuestos a irse a casa, sino que se agarran al sillón y siguen bloqueando la formación de un gobierno, vetando cualquier acuerdo con Rajoy y el PP.

El Rey, más preocupado aún que en los últimos meses, ve la posibilidad de que España pueda caer en un gobierno Frankestein a la desesperada de unos líderes faltos de maduración. De hecho Sánchez se lo insinúa y Homs y tardá le dicen que estarían dispuestos a abstenerse. Antes de que la situación se desmande aún más, toma la decisión que ve más viable, el mal menor, llama a Rivera y le encarga la formación de gobierno. ¿Serán capaces Sánchez y Rajoy de negarle su apoyo cuando ambos han pactado más de cien medidas con él?

Rivera, que lleva toda la travesía con las luces largas aunque, como Ruiz Gallardón, sea a veces demasiado impaciente y no calcule muy bien los tiempos, se frota las manos, porque es lo que ha estado buscando con sus pactos con PSOE y PP.

Rajoy, que quedó como Dios en su última comparecencia, se traga el sapo a cambio de ocupar el mayor número de sillones y sigue, de momento, como presidente del partido. Al fin y al cabo habría conseguido lo que pretendía: un gobierno fuerte, PP-PSOE-C’s-, capaz de acometer todas las reformas que el país precisa. Sánchez se desespera. Su bloqueo le bloquea a él. Para colmo desde Andalucía se le obliga a aceptar el pacto. Se convoca la Ejecutiva Federal y le mandan a casa. Iglesias, en un acceso de ira, se corta la coleta.

España encuentra un camino y la solución es admirada por Financial Times, New York Times y hasta Cebrian, P.J., Marhuenda y Bieito.

Algunos de ustedes, lectores en este momento, pueden pensar que mejor se siga dedicando a la música quien firma este artículo. Lo mismo pensaron algunos cuando, en 2003, escribí que Aznar tenía que proponer a Esperanza Aguirre a la Comunidad de Madrid y a Alberto Ruiz Gallardón al Ayuntamiento. Una semana después, un domingo por la tarde, citó a ambos a la Moncloa para comunicárselo. Uno de ellos me llamó luego para preguntarme cómo supe lo que Aznar decidió. Fue sólo sentido común. Como ahora. Gonzalo Alonso

Pdta: Disculpen que me salga de la música, pero hay demasiadas notas desafinadas en el ambiente

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