Crítica: Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Sin pulso no hay música
REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA (H. HARDENBERGER)
Sin pulso no hay música
XXXII Temporada de conciertos. Programa: Concierto para trompeta y orquesta en Mi bemol mayor, Hob VIIe:1, y Sinfonía nº 22 en Mi bemol mayor, Hob I:22, de F. J. Haydn; Suite de ‘Pulcinella’, de I. Stravinsky; ‘MOB Pieces’, de H. K. Gruber. Trompeta y director: Hakan Hardenberger. Fecha: Jueves, 3 de febrero. Lugar: Teatro de la Maestranza
Los escuálidos presupuestos de la ROSS, que se agotan prácticamente con el pago de las nóminas, no dejan margen de maniobra para invitar a directores que hagan crecer a la orquesta. Una de las consecuencias se pudo comprobar con este concierto que iniciaba un ciclo interno denominado “Solistas y Maestros”, en el que prácticamente sólo ha habido lo primero. Porque Hardenberger será todo lo buen solista de trompeta que quiera, pero como director está a un nivel muy rudimentario.
Dado que Hardenberger asumió el papel de solista en dos obras del programa, la orquesta tuvo que tocar sola la mitad del concierto (y sin su flamante y brillante concertino) y ello se notó en la falta de brillo y de empaste de las cuerdas, en las entradas descoordinadas de los violines y en un sonido sin brillo en muchos pasajes de las dos obras de Haydn (sobre todo en en el Andante del Concierto). Ni el Concierto para trompeta ni la Sinfonía nº 22 de Haydn levantaron mínimamente el vuelo, lastrados por una dirección pesante, sin acentos y sin pulso, con una articulación mortecina y sin chispa. Todos estos defectos se reunieron en el Adagio de la sinfonía, en el que el director no puso el menor énfasis en el ostinato de la cuerda grave que sostenía un cantus firmus muy bien fraseado por trompas y cornos. Con escuetos movimientos en espejo de ambas manos y sin apenas marcar matices, la Suite de Pulcinella arrancó por las mismas sendas de abulia. Faltó ligereza y transparencia en el sonido global, del que sólo se salvaron las espléndidas secciones de viento, con unas brillantes variaciones a cargo de oboe, flauta, fagot y trompa, secundadas por el trombón en el Vivo. Cerró el deshilvanado programa una obra intrascendente cosida a base de referencias al swing y al blues que sólo sirvió para que el solista demostrara su dominio de diferentes trompetas y sordina. Andrés Moreno Mengíbar
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