Rebelión contra los registas
Según se ha publicado en “Kurier”, el director musical de la Ópera Estatal de Viena, Philippe Jordan, no ha querido renovar su contrato, que finaliza en 2025. Aparentemente, no ha habido acuerdo entre él y Bogdan Roščić, el director del teatro.
Para Jordan, el motivo de su dimisión no es un problema específicamente vienés. “Creo que nuestro teatro ha tomado un camino fatalmente equivocado en términos de dirección durante mucho tiempo” y añade “No puede ser que continuemos sin inmutarnos en el camino trillado del teatro del director alemán en crisis. El teatro moderno no tiene por qué ser necesariamente una impertinencia estética para el público y seis semanas de diletantismo manual para los participantes cada vez”. Para él está muerto y no es arte el camino de la dirección escénica emprendido muy especialmente con el Regietheater, consistente en inventar algo a su alrededor o actualizarlo de forma primitiva. Por tanto concluye que “En estos dos años he llegado a la conclusión de que el camino actual conduce a un fracaso inevitable. En lo que respecta a la ópera, no quiero seguir haciéndola después de 2025. Quiero reorientame y no estar más atado a otra casa”.
Sin embargo, Bogdan Roščić, declaró a la APA (Agencia de Prensa de Austria) sobre la razón de Jordan para terminar su contrato: “Philippe Jordan y yo hablamos extensamente sobre mis planes para administrar la casa después de 2025 en el verano. Las preocupaciones de contenido no fueron un problema y a Jordan le hubiera gustado ampliar su contrato. No sería del interés de la Ópera Estatal y tampoco del interés de Philippe Jordan entrar en detalles de otras razones”.
El caso es que son muchos los directores de orquesta y artistas que no están de acuerdo con muchas, sino la mayoría, de las puestas en escena a las que se tienen que enfrentar. Sucede desde hace muchos años. Ya lo expresaba Montserrat Caballé en la última entrevista mía con ella publicada últimamente en Youtube, pero también en privado, por lo que no debo entrar en detalles, me lo han comentado más recientemente intérpretes como Jonas Kaufmann. No, no vamos por buen camino y los teatros han de darse cuenta de ello al ver cómo el público empieza a huir de las masturbaciones mentales de bastantes registas, que se obligan a explicar en programas de mano lo que tratan de insinuar porque, sin esa explicación, nadie entiende nada de lo que ve en escena.
No puede ser que en el tercer acto del “Tristan e Isolda” vienés, en el que no hay más protagonistas que Tristan, Kurwenal e Isolda nos coloquen desnudos masculinos y femeninos y, si cabe, llegue a parecer que practican sexo. El abucheo, tanto en los ensayos en los que se amenazó con expulsar al público, como en el estreno fueron espectaculares. Los cantantes fueron ovacionados, al igual que Jordan, quien no me sorprende esté harto. Yo también. Gonzalo Alonso
Seria de desear que los directores musicales y maestros concertadores de ópera se plantaran, negándose a dirigir, determinados abortos escénicos como los referidos por el señor Alonso. Así empezaría una nueva etapa de fidelidad temporal a cuento fue convenido entre compositor y libretista sobre la época que refiere la obra o, cuando menos, dejándola ajena a todo experimento escénico de excentricidad.
A este paso se subirá a escena ‘Tosca’ ambientada en un campo de exterminio del nazismo alemán. Dicho esto abundando en mi comentario previo.