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Ruggero Raimondi y Mariola Cantarero cantan hoy a beneficio de la Fundación Prodis
Por Publicado el: 11/03/2010Categorías: En la prensa

Recital solidario de Cantarero y Raimondi

Recital solidario de Cantarero y Raimondi
BEATRIZ PULIDO. EL MUNDO
Más de tres décadas les separan, pero qué bien se amoldan sus voces sobre el escenario. Él, bajo barítono, ella, soprano ligera. Son dos de los cantantes más reconocidos y aplaudidos del panorama lírico. Mariola Cantarero (1978) y Ruggero Raimondi (1941) ya habían coincidido sobre el mismo escenario operístico. Ocurrió, por ejemplo, en el Falstaff, de Verdi, en 2007 e, incluso, interpretando alguno de los temas que se pudieron escuchar ayer dentro del recital, como el dúo de Adina y Dulcamara de la ópera L’Elisir d’Amore, de Donizetti. Algo que sucedía en el Teatro Real en la temporada 2005-2006.
Volvían a hacerlo ayer sobre las tablas del Auditorio Nacional, acompañados al piano por Patricia Barton, en un recital solidario.
El programa fue una exquisita combinación de momentos estelares de la lírica. En la primera parte, más seria, se vivieron instantes dramáticos, como aquella desgarradora melancolía que exhaló el dolorido y despechado Don Carlo, al que Raimondi hizo descender a los infiernos del sufrimiento y que despertó una gran ovación del respetable. Sería sólo la primera de tantas. Cantarero le dio la réplica más tarde haciendo de campesina rechazada en un fragmento de La sonámbula de Bellini.
Y entre infidelidades y desamores, como de Don Rui Gómez en la ópera de Verdi, Ernani o provocaciones como los de Musetta a su antiguo amor en La Boheme, de Puccini se pasó volando la primera parte.
Del drama a la comedia
La pareja también se maneja extraordinariamente bien en la comedia, como demostraron en el dúo de L’Elixir d’amore que protagonizaron en el ecuador del recital. Raimondi dio buena cuenta de su sentido del humor en los interludios dirigiéndose varias veces al respetable.
En la segunda parte hubo tiempo para la zarzuela que se coló con gusto en el repertorio. Se interpretaron piezas de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal, La tempranica o El Barbero de Sevilla, de Gerónimo Jiménez, intercaladas con canciones italianas que interpretó Raimondi, de Francesco Paolo Tosti o de Cesare Andres Bixio.
La buena noticia fue la buena entrada que se consiguió en el Auditorio, porque el dinero recaudado irá a parar a un proyecto de Prodis, que consiste en la construcción de un centro ocupacional para 180 jóvenes con discapacidad intelectual en Vicálvaro. El Ayuntamiento les cedió un terreno en el año 2009 y ese mismo año comenzaron las obras que está sufragando por completo la fundación y que terminarán en diciembre de este mismo año.

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