Solidez interpretativa

Esa-Pekka Salonen

Esa-Pekka Salonen nos visita prácticamente desde los inicios de su impresionante carrera. En 1988 dirigió en Granada a la Orquesta con la que esta semana estará de nuevo en Madrid, esa auténtica máquina de hacer música que es la Philharmonia londinense, cuando era su principal director invitado. Y después, ya como titular de la Orquesta Filarmónica de los Ángeles, vino a España con ella, con Ibermúsica, naturalmente, en repetidas ocasiones.  También con la Philharmonia, uno de cuyos últimos conciertos (no sé si en 2017) me reveló la quizá más espeluznante interpretación de Así habló Zaratustra que he escuchado en mi vida. Incluidas las grabaciones de Maazel y Karajan, versiones enlatadas, eso sí, pero absolutamente inolvidables. Esa-Pekka Salonen es un hiperactivo. Hace no sé cuántas cosas, y una de ellas, además, es escribir música: es un notabilísimo compositor. Pero como director de orquesta pasa por un momento de madurez importante, que parece superar día a día. Su último Tristán y el proyectado Anillo lo revelan además como algo más que un especialista en música del siglo XX. Que también lo es, sin duda.

Esta vez nos trae,  en dos conciertos, dos programas de corte e intención bien distinto. En el primero, con obra única, la Novena de Mahler, abrirá la puerta a una modernidad en la que se siente muy a gusto. Es muy deseable ver bajo qué punto de vista plantea la obra, pues no es un mahleriano en sentido estricto. Tiene morbo, pues casi todo el mundo hoy aspira a serlo, y esos galones ya fueron demasiado usados en tiempos pasadas.  Preveo una versión especial, y por ello mi recomendación es total. En el otro concierto, tampoco Esa-Pekka Salonen escapa de esa modernidad, pues se trata de una especie de bocadillo de panes clásicos con un embutido de larga curación: la suite de Lulu, de Alban Berg. Que sonará después de la Obertura ‘Rey Esteban’ de Beethoven y antes de la séptima sinfonía de este mismo. Y si la Novena de Mahler en manos de Esa-Pekka Salonen ya supone una cita de alto voltaje, no podemos ahora imaginar por dónde andará su Beethoven.  Pero nos costaría verlo en una línea clásica, aunque nuestro deseo sea  que no se desarrolle en las líneas que parecen estar adoptando determinados directores de los nuevos circuitos: lo que se podría denominar una ‘modernez’  basada en las prisas y la sonrisa fácil. Sabemos que el finés es un director serio y de altos vuelos interpretativos. Se tomará su tiempo, y es de desear que sea tan paladeado, tan lento, como el ya ha ensayado en su versión de Tristán e Isolda. Pedro González Mira.

Orquesta Philharmonia. Dir.: Es-Pekka Salonen. MAHLER: Novena sinfonía (martes, 8). Obras de Berg y Beethoven (miércoles, 9). Auditorio Nacional de Música, sala sinfónica. Entre 45 y 194 €.