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Por Publicado el: 21/02/2020Categorías: Recomendación

Recomendación: Sokolov en el Ciclo de Grandes Intérpretes

Grigory Sokolov en el Ciclo Grandes Intérpretes

Saltos sin paracaídas

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Grigory Sokolov

Grigory Sokolov, piano. Obras de Mozart y Schumann. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Lunes 24, 19.30. Entre 32 y 65 €.

De Sokolov se puede esperar cualquier cosa. Instalado en plena madurez desde hace años, sus continuas visitas al Ciclo de Grandes Intérpretes nos hacen siempre felices; cada vez tiene algo nuevo que decir. Así, por ejemplo, en el programa del concierto de este lunes plantea uno de esos saltos que solo intérpretes muy osados se atreven  a dar. El recital se compone de obras de Mozart y Schumann, o lo que es lo mismo, el piano con el que empieza todo y el ya instalado en un apogeo romántico que difícilmente se va a ver superado luego, a no ser por experiencias que se salen de la dirección marcada por la ortodoxia. Schumann es el corazón del piano romántico; se podrían construir metáforas con otros órganos del cuerpo para otros pianismos paralelos al de Schumann, quizá con Brahms, o, en otro sentido, con el de Liszt (el cerebro o el pulmón), pero al hablar de lo romántico en el sentido más puro, incluso sin olvidar algunas obras de Mendelssohm, y desde luego, todo Chopin, hemos de referirnos al siempre maravillosamente dual Robert Schumann,

En su programa Sokolov se muestra conservador y la vez indagador, pues lo plantea en sus partes como dos opciones bien distintas. Apuesta sobre seguro en la primera incluyendo músicas de reconocido cuerpo, como el Preludio y Fuga en Do mayor K.394, la Sonata en La mayor K.331 o el Rondó en La menor K.511. Mientras que para la segunda se la juega con la que quizá sea una de las obras pianísticas menos frecuentadas de Schumann, las Bunte Blätter op.99, en realidad un conjunto de pequeños desechos que el autor juntó para su edición en forma de cuaderno, tras el éxito de Álbum para la juventud. No menosprecio las piezas que lo componen, algunas de ellas con claras reminiscencias de materiales usados por el compositor en composiciones de mayor envergadura, y además el programarlas implica también una cierta recuperación para la sala de conciertos, en este caso en manos de un intérprete que nos puede mostrar aspectos nuevos en una música que, al menos en mi caso, no la hemos escuchado demasiado en el piano de los intérpretes más relevantes, con seguramente la excepción de Sviatoslav Richter, que la tocó mucho.

Es de esperar que Sokolov, tras la interpretación de Bunte Blätter (programada como pieza única en la segunda parte del concierto: algo más de 30 minutos de música) se lance frenéticamente a dar bises. Es habitual en él, aunque en este caso estaría más que justificado. A no ser, claro, que decida cambiar el programa en el último momento. No sería extraño. Pedro González Mira

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