Recordamos a Karajan en el 30 aniversario de su muerte
El icónico director del siglo XX fallecía el 16 de julio de 1989. 30 años más tarde, le recordamos con dos versiones exquisitas del Requiem de Verdi
Hoy, 16 de julio, se cumplen 30 años del fallecimiento de Herbert von Karajan. Icono del siglo XX, figura indispensable en la historia de la música y símbolo del nacimiento de la industria discográfica, recordamos al genio de Salzburgo como admiradores de su legado.
Herbert von Karajan nació en 5 de abril de 1908 en Anif, Salzburgo, de padre médico y clarinetista y con un hermano organista que empujaron al joven Karajan a formarse en el prestigioso Mozarteum. Allí realizó sus estudios de piano.
Sus comienzos transcurrieron como miembro del equipo de dirección de orquesta de la Ópera de Viena, pero su carrera empieza su meteórico ascenso cuando se le da la oportunidad de dirigir Las bodas de Fígaro en Ulm. En ese momento quedaron claras sus inquietudes e intenciones: se convertiría en un director total, ejerciendo todo el control sobre los músicos, el teatro y el negocio.
Aunque hombre, dio pasos de gigante en su profesión. Con 25 años debutó en el Festival de Salzburgo con Salomé, en 1934 llegó a la Ópera de Aquisgrán y en 1937 impuso su personalidad en la Staatsoper unter den Linden de Berlín con ‘Tristán e Isolda’ de Wagner.
Su biografía llega en este punto a una etapa oscura ligada al nazismo. Seguidor por conveniencia – ¿o convicción? -, Karajan fue tutelado por el mariscal Herman Göring, quien le nombró maestro repetidor de la Staatsoper unter den Linden. Así, en pleno apogeo nacionalsocialista, creció la rivalidad entre Karajan y Furtwängler, director de la Filarmónica de Berlín hasta su muerte en 1954. En plena Segunda Guerra Mundial, la prensa alemana ensalzaba constantemente las apariciones del joven y ambicioso Karajan.
Una vez finalizada la Guerra, pesaba sobre Karajan una orden de busca y captura que le obligó a esconderse en Italia y Viena, donde conoció al productor americano Walter Legge. Esta relación marcaría tanto el devenir del director como el de la propia historia de la música, ya que de su encuentro nació el acuerdo para grabar un disco. Este sería el primer disco comercializado, y recoge su versión de la Sinfonía Alpina de Richard Strauss.
Este hito marca decididamente el futuro de Karajan, cuya ambición le empuja a querer convertirse en el director de orquesta de referencia mundial, a dominar la música al nivel más alto posible. Y lo consiguió, como también fue el número uno de la industria discográfica, que gracias al director vendió, solo con Deutsche Grammophon, más de 40.000.000 de copias de sus grabaciones. Con él, la industria discográfica entró en su edad dorada y arrastró a los demás a seguir su ejemplo.
Su reinado se extendió a las dos orquestas más influyentes de la posguerra: la Filarmónica de Berlín y la de Viena, así como otros puntos estratégicos como la Ópera de Viena o el Festival de Salzburgo, donde estuvo al mando desde 1956.
Karajan es la personificación del éxito. Dominó por completo la técnica, asumió y se adaptó con ventaja a los cambios de la industria musical y marcó, desde su elevada posición, el camino de la perfección.
“La fascinación que produce mi marido”, dice Eliette von Karajan, “proviene de la facultad que tenía para transmitir al público su fuerza y potencia interior. Tenía además una extraordinaria facilidad para descubrir dónde se encontraba el arte. Le puedo asegurar que detectaba a los cantantes o jóvenes instrumentistas casi a primera vista, apostaba por ellos, y no se equivocaba. Decían de él que era un regalo del cielo, pero este regalo se lo trabajaba sin descanso día a día con una tenacidad encomiable. No dejaba ni un instante de pensar en la música”.
Les dejamos a continuación un vídeo en el que Herbert von Karajan dirige la Misa de Requiem de Verdi interpretada por la Orquesta y Coro de la Scala de Milán, a la que acompañan Luciano Pavarotti, Leontyce Price, Fiorenza Cossotto y Nicolai Ghiaurov.
Aunque sin la posibilidad de verlo, encuentre en este enlace otra versión extraordinaria de esta obra cantada por Montserrat Caballé, Josep Carreras, Fiorenza Cossotto y Jose van Dam. Se trata de una versión de 1976, del Festival de Pascua de Salzburgo, en la que dirige, como no podía ser otro, Herbert von Karajan.
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