Recuperaciones
Recuperaciones
Días atrás saltaban a las páginas de espectáculos de toda la prensa las imágenes de la ópera de Manuel García “Don Cischiote”, obra realmente interesante, del compositor, maestro y cantante sevillano. En los últimos años, y en gran parte por la excelente labor desarrollada en este campo por el Teatro Real, la Comunidad de Madrid, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, hemos conocido óperas como la ya citada, el “Merlín” de Albéniz, “Los amantes de Teruel” de Bretón, “Margarita, la tornera” de Chapí, “Elena y Constantino” de Carnicer, “Ildegonda” de Arrieta -cd a punto de publicarse- o la próxima “La conquista di Granata” de Arrieta. Estamos ante una ingente labor, muy de agradecer, para tan poco espacio de tiempo que realizan verdaderos entusiastas como Emilio Casares o Susana Lozano y tantos otros. Este entusiasmo, sin el cual serían imposibles tales recuperaciones, tiene también algunos peligros que conviene evitar.
Nunca se debe exhumar una obra si no hay garantías de que se toque o represente con la máxima calidad. Sería un esfuerzo baldío que poco ayudaría a esas partituras a las que se desea rendir homenaje. “Ildegonda” y “Merlín” se hicieron muy bien, no tanto “Los amantes de Teruel”. En este punto puede haber acuerdo casi unánime, no en el siguiente.
Me consta que muchos critican mi afición a las tijeras, pero son imprescindibles. Muchas de las óperas de las que hablamos fueron compuestas para ser representadas en condiciones muy diferentes a las de hoy. Antes el público entraba, salía y hasta bebía durante las funciones. Ahora no se deja entrar a nadie una vez emitida la primera nota. Ayer el tiempo tenía otro valor, discurría más despacio. Hoy vivimos la cultura del videoclip. Las repeticiones de antaño tenían como finalidad dejar rienda suelta a la fantasía improvisatoria de los cantantes. Hoy esto no existe. Pero es que es un hecho que hasta los mismos compositores decidieron suprimir escenas cuando se resentía la dramaturgia. De ahí que el entusiasmo no debe llevar coleccionar todas las notas sino a limpiar de polvo y paja lo que, si no se hace así, volverá al olvido.
Gonzalo ALONSO
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