Relevo en Berlín
Relevo en Berlín
En vísperas de la votación que elegirá al sucesor de Rattle al frente de la Filarmónica de Berlín, Beckmesser ha preguntado a algunos críticos por su candidato favorito
A Rattle los músicos de la Filarmónica de Berlín lo llaman por su nombre de pila. Nada de usted o de maestro. Fue Simon desde el primer día, cuando se propuso abrir la orquesta a todos los públicos, y lo será hasta el último, allá por junio de 2018. Desde que el director británico anunciara hace unos meses que no renovaría el contrato que lo vincula a una de las mejores fábricas de sonidos del mundo, se han disparado los rumores en torno a los candidatos más fiables para la sucesión en el podio. Serán los propios miembros de la orquesta quienes despejen las incógnitas, mediante votación, el próximo 11 de mayo.
Uno de los nombres que suena con más fuerza es el de Daniel Barenboim (1942), que ya en 1999 se quedó a las puertas de la Philharmonie tras el final de la era Abbado. Rattle le arrebató entonces la titularidad y él pareció conformarse con la occidentalización de la vecina Staatskapelle. “Lo que, lejos de ser un inconveniente, resulta muy ventajoso, pues sólo tiene que cruzar la calle”, apunta Rubén Amón. “Barenboim aporta rigor, cosmopolitanismo y valores geopolíticos. Hablamos de un gran músico y de un excelente vendedor: profundo conocedor del patrimonio centroeuropeo y sensible a la vanguardia. Nació para ese puesto y le llega a la edad adecuada”.
Su más serio competidor será el alemán Christian Thielemann (1959), la opción más lógica si no fuera por sus desafortunadas declaraciones sobre cuestiones políticas y las estrecheces de su repertorio sinfónico. “Se trata, a pesar de todos los peros, del candidato más indicado”, sostiene Arturo Reverter. “Está acostumbrado a tratar con orquestas alemanas y ha hecho grandes avances con las formaciones de Múnich y Dresde. No me lo imagino dirigiendo Ravel, pero es un tipo de ideas claras y una fuerte personalidad”. Para Alberto G. Lapuente la incorporación de Thielemann restablecería los viejos valores de la institución alemana. “Es una elección conservadora, aunque eficaz. Con él se recuperaría un sonido y un carácter que se ha perdido en parte con Rattle en aras de una perfección excesivamente esteticista y depurada”.
Para Tomás Marco es de esperar que los berliner terminen invocando el espíritu de Karajan y anteponiendo los intereses mercadotécnicos a los criterios estrictamente musicales. Por eso se decanta por el jovencísimo Gustavo Dudamel (1981), quien ya sustituyó provisionalmente a Rattle en varios conciertos en el transcurso del verano pasado. “No es mi candidato favorito, pero sí el más probable. Ha demostrado solvencia y buenas maneras en Los Ángeles, y a su excelente ejecutoria hay que añadirle una inagotable capacidad de trabajo y un talento innato para atraer patrocinadores y mecenas de todos los rincones del planeta, algo que cada vez se valora más en Europa”.
¿Un americano en Berlín? Por qué no. Podría ser Dudamel, pero también Alan Gilbert (1967), quizá algo falto del carisma que semejante cargo requiere pero favorecido por la coyuntura del calendario, pues queda libre de ataduras contractuales a mediados de 2017. “Gilbert ha trabajado muy bien en Nueva York, equilibrando repertorio y aprendiendo cómo se las gasta una orquesta grande”, sostiene Luis Suñén. “Además, está fuera de los circuitos que tratan de imponer algo más que pura solvencia musical”. Para Pablo L. Rodríguez, Gilbert se encuentra, a sus 48 años, en pleno estado de forma. “Ha tutelado con éxito a los músicos neoyorquinos, defiende un repertorio generoso que funcionaría muy bien en Berlín y comparte el mismo planteamiento cosmopolita y la filosofía de la orquesta, con la que mantiene una extraordinaria relación desde hace años”.
No por predilección, sino por descarte, Gonzalo Alonso opta por Mariss Jansons (1943), digno sucesor de Rattle si no fuera por la edad (cumplirá 75 años en 2018) y una dolencia cardíaca que lo ha alejado algún tiempo de las salas de concierto. Su padre, el también director de orquesta Arvid Jansons, murió con las botas puestas durante un concierto, y algo parecido estuvo a punto de sucederle a él también. “Su delicado estado de salud no impedirá, sin embargo, que los músicos le tengan muy en cuenta. Anda sobrado de sensibilidad, domina un repertorio amplísimo y tiene madera de líder. Sucede, además, que en 2018 expira su contrato con la Sinfónica de la Radio de Baviera”.
Aunque todo parece indicar que jóvenes talentos, como Yannick Nézet-Séguin, Kirill Petrenko, Vladimir Jurowski o Daniel Harding, se rifarán el puesto en futuras convocatorias, Luis Gago no descarta que los filarmónicos berlineses terminen confiando el podio a Andris Nelsons (1978), que ha dejado el listón bien alto en Birmingham y acaba de asumir la titularidad de la Sinfónica de Boston. “Puestos a elegir a un joven con una gran proyección a largo plazo, creo que Nelsons es el que más personalidad y talento ha demostrado”. BENJAMÍN G. ROSADO
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