Requiem de Verdi con el Orfeón
LOS FULGORES DEL ORFEÓN
Verdi: “Requiem”. Svetla Krasteva, Ainhoa Zubillaga, Alain Damas, Felipe Bou. Orfeón Donostiarra. Orquesta Filarmonía. Director: José Antonio Sainz Alfaro. Auditorio Nacional. 5-11-2011.
Hoy las voces del Orfeón son menos recias, cosa que se percibe sobre todo en las masculinas, pero las femeninas poseen una mayor dulzura y toque cristalino; y el empaste, el temple, la general afinación y particularmente la capacidad para apianar son indudables, cosa que aprovecha Sainz Alfaro para inventarse delicuescencias de todo tipo y servir demandas como las del inicio de esta misa de difuntos.
La batuta dibujó los pentagramas con habilidad y no se advirtieron peligrosas aceleraciones o retenciones en lo que puede considerarse una exposición diáfana, con transparente ejecución de los contrapuntos. Sainz mantuvo un tempo base muy verdiano y dejó que los valores operísticos brillaran por si solos; con contundencia y orden, con “cantabilità” y buen balanceo rítmico. El engarce entre los diversos episodios fue bien resuelto y se lograron instantes de espectacular virulencia (el chisporroteante “Sanctus”, la fuga del “Liberame”). Los fulgores de la masa coral apagaron un tanto los mimbres y timbres algo más grises de la digna, voluntariosa y más bien reducida orquesta, que siguió las indicaciones sin graves desajustes.
En el cuarteto solista, no siempre empastado, causó excelente impresión la mezzo Zubillaga, tantas veces componente del propio Orfeón; por el gusto en el fraseo -transido “Lacrimosa”- y por el grato timbre, de consistencia lírica, virtudes que compensan la relativa vibración de la zona aguda. Krasteva, que sustituyó a la soprano anunciada, no llegó a realizar ni un ensayo con los conjuntos, lo que hace más meritoria su actuación –y la del director-, presidida por un buen control de las respiraciones y unos excelentes filados y reguladores. La voz no es bella, pero es expresiva. Damas, de timbre blanquecino y escaso volumen, es musical, pero inadecuado para el cometido. Bou, un cantante sólido y seguro, de tinte oscuro y amplio registro, se vio mermado por un ostensible catarro, pero salió adelante con profesionalidad. Arturo Reverter
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