Respuesta a una crítica gay injusta
Respuesta a una crítica injusta (Casi como Shostakovich)
Tanto en La Razón y Beckmesser.com como yo éramos plenamente conscientes del lío en el que estábamos metiéndonos, pero también de la necesidad de abordar el tema en algún momento. Por eso, y hay que saber leer, el texto empieza dejando muy claro que no se trata de mi opinión personal, porque no quería darla en ese mismo artículo y la dejaba justo para éste, una vez producidas las reacciones. ¿Acaso pueden ser polémico un regista y no un periodista?
He aquí el párrafo en cuestión: “Desde luego en el mundo operístico no hay necesidad de manifestaciones porque, no ya el orgullo sino el dominio gay se halla muy extendido. De hecho, se vienen produciendo en los últimos meses, tanto en prensa alemana como italiana, reacciones denunciando la situación y sus consecuencias, ya que las fantasías de algunos directores de escena homosexuales destruyen a menudo la intención de compositores y libretistas. He aquí un muestrario de las quejas en cuestión, sin una valoración personal que dejo para más adelante”.
El texto, que no era más que un resumen de lo publicado en Alemania e Italia en varios artículos, ha levantado la polémica esperada. En gran parte porque no se sabe leer, porque hay quien proyecta sobre la letra impresa, que no puede defenderse en ese momento, sus fobias, filias, represiones, complejos, etc. Hoy no se lee con objetividad, sino que se quiere que lo escrito sea lo que uno desea que sea. Penoso.
No soy y no podría ser jamás homófobo, por dos razones fundamentales: inteligencia y coherencia, cualidades de las que -modestia aparte- me precio. Eso sí, estoy absolutamente en contra de mafias, lobbies, sectas, ghetthos etc. Sean del tipo que sean: religiosas, políticas, económicas, sociales… Si quieren, más claro exagerando un poco: ser blanco no obliga a pertenecer al Kukusklan. Con lo gay, ídem de ídem. Y, de otro lado, bien que alabo a gays como Visconti, Zeffirelli o Patroni Griffi. Los gays que respetaban al compositor y libretista en sus puestas en escena.
Hay gays que han reaccionado en las redes sociales censurándome por considerar que era un ataque a ellos, cosa que no era en absoluto, y me han acusado de homofobia e, incluso, ¡de escribir para generar odio! ¡Por favor!
Un político conocidísimo y claro defensor de los derechos gays me advirtió:
“Impresionante tu artículo en la Razón, Gonzalo!! Y tan valiente!!!! Eso sí, prepárate para que te fusilen al amanecer…. o antes incluso! Orgulloso de ser tu amigo. Un gran abrazo”
Repasemos facebook y twitter.
Hay quienes se van por la política: “Por pactar con VOX y legitimarlos pasan estas cosas: los fachas se envalentonan y el imbécil resentido de Gonzalo Alonso escupe esta bazofia de artículo contra el lobby gay”.
Y quien, sabiendo que conozco su vida, escribe: “Me parece indecente que precisamente tú, des alas a este asunto tan torpe y sesgadamente elaborado. Dime dónde hay que apuntarse al lobby gay, porque no encuentro dónde y me gustaría hacerlo”, cuando gran parte de su trabajo ha llegado a través de amigos gays.
Pero, es más, los ha habido amenazantes: “Se os debería caer la cara de vergüenza. Que sepáis que vuestro artículo está denunciando ante varias asociaciones de defensa a los homosexuales”. Ha habido quien recomendaba que los teatros y festivales dirigidos por gays no me dejasen entrar y quien animaba “¿Están seguros -aquí varios teatros y festivales- de que quieren seguir anunciándose en una web que publica artículos repugnantemente homófobos?
Todos estos comentarios en las redes vienen a transmitir lo mismo: ser gay conlleva defender las mamarrachadas de algunos gays. Hay que dar un paso adelante y quitarse ese complejo que obliga a una autodefensa permanente, a la exaltación a todas horas del “yo” gay. Hoy, afortunadamente, ser gay en España es igual que ser blanco, alto o diestro, pero hace falta sentirlo, sentir que es así y eso sólo depende de cada uno. Y, cuando esto se tiene asimilado, una barbaridad gay es igual que una heterosexual.
En fin… Afortunadamente también hay opiniones en sentido contrario.
“Brillante artículo que resume lo que todo el mundo conoce. ¿Por qué ha de ser polémico? ¿Por nombrar teatros, nombres, producciones? pero ¿no era éste el objetivo de visualización requerida? ¿o sólo se pueden visualizar figuras extravagantes y organizaciones defensoras? De verdad, no entiendo esta dicotomía”.
“Gonzalo Alonso. Un periodista como debe ser. Contando verdades como puños, con hechos”.
“Bravooo!!”
Igualmente, quien recuerda famosos artistas que se han quejado del lobby gay: “la opinión de Vittorio Gassman que expresaba ‘había que sacar a la mafia homosexual’ del control de las políticas culturales (despachos y oficinas, dice) y teatros”, la misma opinión que sostenía Jon Vickers.
Frente a Xavier Sabata, “Esto es pura basura”, escribe Teresa Berganza: “Bravo Gonzalo. Yo estoy luchando contra esas puestas en escena desde siempre y me sentía muy sola. Ahora ya no, pues al menos tu has tenido el valor de publicarlo. Bravo Gonzalo!! Términos muy similares ha empleado Ruggero Raimondi.
Y han sido unos cuantos los artistas en activo que me han transmitido “Gonzalo, estamos contigo, pero no podemos poner un me gusta porque trabajaríamos menos”. Algo quiere decir… Como lo quiere decir que no esté ya accesible el artículo de Maudrar citado en el mío. Piensen mal y acertarán.
Espero que, igual que yo seguiré apreciando a Sabata en escena, ustedes no dejen de hacerlo con Berganza o Raimondi.
Un famosísimo artista, sin duda exagerando, me ha escrito “Actualmente en el mundo de la ópera sólo hay dos clases de gente: los incompetentes y los gays. Bueno, también una tercera, los que son ambas cosas”.
Y, ya para terminar y brevemente, mi opinión: ni todos los registas, directores de teatro, agentes, periodistas, etc que son gays hacen mal su trabajo ni todos los que no son gays lo hacen bien. De todo hay en la viña del Señor. (¿me tacharán ahora de meapilas por recurrir al dicho?). Lo que importa es la coherencia, profundidad y fidelidad de los trabajos a compositor y libretista, incluso con una puesta al día en las intenciones originales, pero sin buscar como fin último el escándalo o una falsa originalidad, que muchas veces no es más que el retrato de la carencia de ideas.
Lo demás es no entender nada. Y añado, ¿por qué no se le va a permitir a un periodista alimentar la polémica y sí a un regista? ¡Coherencia, por favor! Es justo lo que he perseguido en este artículo en dos fases.
Pero, también, seamos sinceros, es más fácil imaginar una relación lesbiana entre Annina y Violetta, inexistente en modo alguno en Verdi o Victor Hugo, en la realización de un regista gay que en uno heterosexual. Y lo hemos visto. Como hemos visto a Don Giovanni liado con Leoporello o lo que se pretendió en la Scala en la “Juana de Arco” verdiana afortunadamente impedido por Chailly. ¡Si yo mismo, si tuviera que poner en escena un “Don Carlo” me pensaría muy seriamente la relación entre Rodrigo y Carlo! Pero, también, echemos números -porque los números son objetivos- y contemos cuantas de las producciones calificadas como “discutibles” y poco amadas por el público llevan una firma gay. O si el porcentaje gay en registas y teatros líricos se corresponde con el que existe en la sociedad. Plantear esta pregunta no es homofobia, sino introducir hechos y números. ¿O no es así?
Y, sigamos siendo sinceros, el lobby gay existe en música, mejor dicho, existen lobbies gays, como existen lobbies judíos, como existió un lobby húngaro -añadido de Ruggero Raimondi- hace años … Vaya, ¿no me estaré metiendo en otro lío? o, quizá, ¿no deberíamos tratar también este tema?
Gonzalo Alonso
Pdt: Por favor, lean lo escrito y no lo que cada uno proyecta sobre las letras que lee en función de sus complejos personales.
Hilo cerrado