Revistas Musicales
Revistas musicales
Aparentemente la música ocupa un espacio muy superior en nuestra sociedad a la que ocupaba el siglo pasado. La afición ha crecido gracias a los conservatorios oficiales, las escuelas privadas, la amplia red de auditorios existente, la facilidad de su difusión por internet y algunos otros factores. Ello a pesar de la inadecuada Ley del Mecenazgo actual y de algunos asesoramientos no menos inadecuados.
El hecho es que ese aumento de presencia originó también unas mayores necesidades de información. Así nacieron nuevas revistas musicales, fundamentalmente webs, que se añaden -¿temporal o permanentemente?- al catálogo de publicaciones especializadas. Hoy en día España es, posiblemente, el país del mundo en donde existen más revistas especializadas en música clásica: la veterana “RITMO”, la polivalente “SCHERZO”, la influyente “BECKMESSER”, la más especializada “OPERA ACTUAL”, “PLATEA”, “CODALARIO”, “DOCE NOTAS”, “MELÓMANO”, etc. ¿Existe realmente espacio para tanta publicación? Es algo que el tiempo dirá porque, frente a lo anteriormente expuesto, también es cierto que son pocos los jóvenes que se incorporan y los veteranos van desapareciendo.
Todas luchan frente a una situación económica y social adversa. Apenas hay quioscos y sus envejecidos suscriptores se van muriendo sin que lleguen nuevos. El coste del papel, la distribución y la tendencia a usar cada vez más la lectura electrónica hace que se esté abandonando. Para colmo, las aportaciones económicas del Ministerio de Cultura a cambio de un cierto número de ejemplares para su distribución en centros oficiales decrecen cada año. Sí, las de papel están llamadas a la extinción y, si de momento continúan, es porque venden sus portadas a los propios medios musicales o sus artistas a precios altamente incomprensibles para la difusión que alcanzan.
Pero la multitud de publicaciones web tampoco beneficia al sector. Las suscripciones apenas existen, como tampoco en los diarios generalistas, ya que prácticamente cualquier información se puede descargar gratuitamente. La competencia a la hora de atraer publicidad es enorme. Cuando una revista consigue un banner de una determinada institución, inmediatamente las demás la llaman para reclamar el mismo trato y las tarifas se vuelven ridículas, muy inferiores a las que se cobraban y se siguen cobrando en papel, aunque la difusión web sea muy superior. Pero es que, al ser ciertamente limitada la difusión musical, es realmente difícil obtener unas cifras reales de visitas y “clicks” u otros medidores no funcionan.
Con escasas suscripciones y escasos ingresos publicitarios es difícil el mantenimiento de tanta revista, lo que repercute en la práctica gratuidad de las colaboraciones de sus articulistas, cada día jóvenes más verdes en conocimientos musicales. Una situación indeseable y de difícil continuidad. A los tantas veces sufridos críticos veteranos no se les puede pedir la filantropía del aficionado y, al final, tanto ellos como las revistas acaban dependiendo de las instituciones musicales, al igual que las diarios generalistas directa o indirectamente de los partidos políticos. Es frecuente que un comentarista o critico musical colabore con instituciones musicales percibiendo los emolumentos que no obtiene de su trabajo periodístico mientras, simultáneamente, informa o escribe críticas de espectáculos de esas mismas instituciones.
Si su reducido número de lectores -no más de diez mil- no garantizan por sí solo su vida, por falta de suscripciones y publicidad, es obvio que su dependencia económica de los artistas, las casas discográficas y los organismos oficiales limitan y condicionan su libertad de expresión. Imaginación y esfuerzo adicional van a requerir todas las revistas, pero soluciones las hay. Como las ha habido en otros sectores. La unión hace la fuerza y eso se llama agrupación, porque se trata de hacer llegar a los aficionados la necesidad de, reduciendo su número, apoyarlas, ya que cada día van a recibir menos información musical de los medios generalistas.
Como bien expresa Norman Lebrecht en una reciente entrevista: “No es ningún secreto que la música clásica sigue perdiendo público y espacio en los medios. Ya no se habla de ella ni aparece en las noticias.” Yo añado: a menos que conlleve un escándalo o un suceso luctuoso. Queridos colegas, pongámonos a trabajar con imaginación y sin personalismos. ¿Cabezas de ratón o colas de león?
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