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Por Publicado el: 20/11/2006Categorías: Crítica

Rigoletto en Jerez: Canto y pureza teatral en torno al Mal.

Canto y pureza teatral en torno al Mal. Diario de Sevilla, 20 de noviembre
RIGOLETTO
Reparto: Carlos Almaguer, Elena de la Merced, Ismael Jordi, Cristina Faus, Stefano Palatchi, Juan M. Muruaga, David Rubiera, Inmaculada Salmoral, Julia Arellano, Hilario Abad. Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Arsian. Dirección escénica e iluminación: Francisco López. Escenografía y Figurines: Jesús Ruiz. Coreografía: Belén Fernández. Dirección musical: Enrique Patrón de Rueda. Producción del Teatro Villamarta. Fecha: Sábado, 18 de noviembre. Lugar: Teatro Villamarta de Jerez. Aforo: Lleno.
La reciente polémica sobre la producción alemana de Idomeneo y las posibles amenazas islamistas nos han vuelto a poner sobre el tapete la cuestión de hasta dónde es tolerable, conveniente o apropiado que llegue la producción escénica de una ópera a la hora de tomarse libertades con el argumento, los personajes y la ubicación cronológica. La ya rodada y conocida producción jerezana de Rigoletto puede ser tomada como ejemplo paradigmático de lo que se puede conseguir cuando el diseño teatral parte de la propia entraña de la música y del drama y no cuando se superpone a ellos, como suele ser habitual. Cuando todo nace desde dentro de la propia ópera, respetando su lógica interna, el resultado es de una enorme brillantez teatral, con una transposición temporal que no choca en absoluto. Situar esta historia de degradación moral y de violencia del poder en la Italia de 1944, en la corrupta Repùblica de Saló, ahonda más en la indagación en la naturaleza del mal que se destila de esta ópera. Con el paso del tiempo, la producción de Francisco López va ganando en madurez y en eficacia dramática, con esa habilidad especial del director cordobés para resolver las escenas de masas y para encontrar la textura lumínica de cada momento (a destacar la escena de la tormenta).
Como suele ser habitual en los últimos años, la responsabilidad musical estaba asignada al siempre seguro Enrique Patrón, un gran concertador que conoce bien las necesidades de los cantantes y que sabe, además, encontrar el tempo justo a cada momento, con lo que sus planteamientos son siempre coherentes y de fuerte claridad. Respondió bien la Orquesta Arsian, especialmente cuando tras la primera escena controló su tendencia a sonar en forte más allá de lo preciso, destacándose los seguros metales y unos buenos solos de oboe y de corno inglés.
Carlos Almaguer hizo un Rigoletto poco delicado. Su voz es contundente y de gran calidad tímbrica, pero siempre que se sitúe en la zona central y que cante de mezzoforte para arriba. Pierde brillo en los agudos y en la media voz y en los pasajes en piano fluctúa y pierde apoyo. Por ello, sus mejores momentos estuvieron en los arranques de furia, en ese turbulento Cortiggiani! y en Sì, vendetta, cuya nota final quedó algo corta. Como su desgraciada hija debutaba Elena de la Merced, con resultados óptimos, tanto por la pureza de su fraseo como por la pericia técnica que le permitió exhibir un buen muestrario de agilidades y de ataques precisos y afinados, con amplitud de fiato y claridad en la pronunciación. Todo ello quedó al descubierto en un brillantísimo Caro nome en el que hay que recordar la pureza y nitidez de los trinos. También debutaba el papel Ismael Jordi. Su fraseo es muy puro, muy belcantista y muy verdiano, sabiendo vestir vocalmente cada frase y cada acento mediante esa galería de medias voces que cada vez van siendo más su marca de estilo personal. Esas medias voces le permitieron sortear con habilidad las dificultades de una partitura que le ofrece momentos complicados a su actual estado de voz, pues debe moverse constantemente en una arriesgada zona de paso (Mi-Fa-Sol) con subidas al Si bemol y al Si natural que le suenan forzados. Del resto de eficaz reparto cabría destacar al marmóreo Sparafucile de Palatchi, siempre seguro en la zona grave y a la seductora Maddalena de Cristina Faus.

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