Risurrezione, una reposición afortunada
Risurrezione, una reposición afortunada
Risurrezione (F. Alfano). Opera House de Wexford. 27 Octubre 2017.
Franco Alfano (1875-1954) es mucho más conocido por haber completado la Turandot de Puccini que por sus propias composiciones. Entre ellas, sin embargo, hay óperas que se siguen representando, como es el caso de Cyrano de Bergerac. También hay que mencionar la que ahora nos ocupa, Risurrezione, que se estrenó con éxito en Turín en 1904, siendo representada a continuación en otros teatros importantes de Italia y también del resto de Europa. Entre ellos cabe mencionar el propio Teatro Real, donde se estrenó en 1911.
Siguiendo con su política de recuperar títulos olvidados, el Festival de Wexford ha vuelto los ojos sobre esta ópera y su reposición ha sido un éxito, contando con una adecuada y hasta brillante producción, una excelente dirección musical y un buen reparto vocal. Llevaba mucho tiempo sin reponerse esta ópera, de la que no recuerdo sino alguna representación esporádica en Rusia en los últimos años.
La obra está bien construida, contando con una rica orquestación, resultando corta de inspiración en la primera mitad de la ópera, mientras que todo cambia a mejor en la segunda parte, con un muy bello dúo entre los dos protagonistas y un notable acto final.
En Wexford hemos asistido a una nueva producción de la italiana Rosetta Cucchi, quien ya dirigiera en el Festival la Salomé de Mariotte hace 3 años. La producción es muy adecuada y narra con claridad la trama, contando con una buena escenografía de Tiziano Santi, que nos ofrece un dormitorio en el primer acto, la estación de tren en el segundo, una prisión de mujeres en el tercero y un paisaje nevado para el último. Todo dentro de lo prescrito por el libreto y todo bien hecho. El vestuario de Claudia Pernigotti resulta adecuado para la acción, funcionando bien la iluminación de D. M. Wood.
Rosetta Cucchi hace un trabajo concienzudo con los solistas y los numerosos comprimarios y figurantes, delineando muy bien los personajes y dando sentido a la, en cierto modo, confusa trama. Resuelve muy bien la escena de la estación de tren, haciendo aparecer un vagón al fondo, donde se ve al Príncipe Dimitri con su acompañante femenina. La escena final, mostrando un campo de cereales muy iluminado con la protagonista yendo al encuentro de la aparición de su hijo muerto es conmovedora. Una excelente producción.
Al frente de la dirección musical estuvo el maestro italiano Francesco Cilluffo, a quien tuve ocasión de ver dirigir en el festival la ópera de Mascaghi Guglielmo Ratcliff hace 2 años. Entonces me produjo una muy favorable impresión y hoy la ha refrendado totalmente. Su dirección ha sido intensa en todo momento, dando gran dramatismo a la obra y dirigiendo siempre con mano firme, sacando un excelente partido de la Orquesta del Festival de Wexford. Correcta también la actuación del Coro del Festival.
La ópera requiere una larga lista de personajes secundarios, lo que seguro que es un hándicap para sus reposiciones, pero realmente los personajes importantes son dos, Katiusha y el Príncipe Dimitri, soprano y tenor. A ellos se le puede añadir el barítono Simonson, aunque no aparece sino en el último acto de la ópera. Lo que no tiene duda es que se trata de personajes muy exigentes, especialmente el caso de Katiusha, quien se puede decir que interpreta a un personaje distinto en cada acto de la ópera.
Así pues, la protagonista de la ópera es Katiusha, que fue interpretada por la soprano francesa Anne Sophie Duprels, una auténtica actriz-cantante. La voz es atractiva en el centro, algo menos en la parte de arriba, y es una destacada intérprete, que resulta plenamente convincente en un personaje tan complicado como Katiusha, que pasa de la jovencita enamorada del primer acto a la desesperada del segundo, a la prostituta del tercero, y a la mujer madura y ya de vuelta de la vida del último acto.
El tenor australiano Gerard Schneider dio vida al Príncipe Dimitri y lo hizo de manera convincente. La voz no tiene un atractivo especial, faltando el brillo de las voces latinas, pero canta con gusto y expresividad, resultado emocionante su actuación en los dos últimos actos, particularmente la escena con Katiusha en el tercer acto de la ópera.
El resto de personajes tiene mucha menos importancia. Entre ellos destaca el de Simonson, el pretendiente de Katiusha en el último acto, Fue su intérprete el barítono británico Charles Rice, que cantó con gusto, aunque la voz no sea extraordinaria.
Entre los numerosos personajes secundarios señalaré a Romina Tomasoni como Matrena y a Henry Grant Kerswell en la parte de Kritzloff. Todos los demás son prácticamente episódicos y cantados por miembros del coro.
La Opera House ofrecía una entrada superior al 95 % de su aforo. El público tributó una muy cálida acogida a los artistas, especialmente a Anne Sophie Duprels.
La representación comenzó con nada menos que 9 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 38 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 43 minutos. El telón se bajó a los 5 minutos de aplausos finales, aunque seguían a muy alto nivel.
El precio de la localidad más cara era de 150 euros, habiendo butacas de platea desde 120 euros. La entrada más barata costaba 35 euros. José M. Irurzun
Últimos comentarios