Romanticismo acaramelado en Barcelona
Romanticismo acaramelado
Temporada de conciertos de la OBC.
Obras de Schumann y Schubert
Pablo Ferrández, violonchelo. Hartmut Haenchen, director.
Barcelona, 13 de noviembre de 2016
Programa romántico bajo la batuta de uno de los directores más nombrado en los últimos meses, Hartmut Haenchen. Maestro con oficio y gesto parco fue el elegido, este último verano, para sustituir al hiperactivo Andris Nelson en el Parsifal que debía dirigir en el Festival de Bayreuth.
La primera parte fue monopolizada por Schumann y su Concierto para violonchelo y orquesta en La menor, op. 129. El joven y virtuoso solista invitado para la ocasión fue Pablo Ferrández, primer español en recibir el prestigioso premio Tchaikovsky en su XVa edición.
Uno de los caminos más interesantes, hoy en día, de abordar este tipo de repertorio es el de la deconstrucción temático/armónica con el objetivo de dinamitar el discurso desde la esencia misma. Lo que se espera encontrar en la música de mediados del siglo XIX son nuevos códigos de acceso con los que completar significantes. Es imprescindible transmitir ideas contemporáneas sobre lo reinterpretado, a lo largo de la historia, miles y miles de veces y evitar estéticas pasadas.
La exquisita y cálida musicalidad de Pablo Ferrández se vio comprometida debido a un dudoso concepto del sonido y recorrido del mismo. Su versión del Concierto de Schumann fue excesivamente dulzón, falto de fuerza, precioso y bello, efectivamente, no obstante, nos hubiera gustado recibir una dosis de agresividad, del desgarro propio de aquello que grita al amor. Si hemos de perder algo en el discurso es preferible abandonar el candor de la perfección técnica en busca de una voz dramática e imperfecta. La orquesta, fría y distante, estuvo, en todo momento, pendiente de no tapar al solista y tampoco tuvo intención de transmitir algo diferente. Para los amantes de esta obra y de las lecturas innovadoras recomiendo la nueva grabación que Pablo Heras-Casado ha firmado junto a Jean-Guisen Queyras y la Freiburger Barockorchester para Harmonía Mundi. El bis con el que Fernández deleitó al auditorio fue la emotiva canción popular catalana El cant del Ocells.
En la segunda parte una única obra también, la Sinfonía en Do mayor, D. 944 “La Grande” de Franz Schubert. Aquí, al igual que en la primera, el maestro alemán sobrevoló con oficio sobre una partitura –debe haberla interpretado decenas de veces– y tampoco aportó mucho. En todo caso unos tempos que pecaron por lentitud –al igual que hizo en Bayreuth este verano–, y un sonido orquestal poco compacto.
Cita importante en el próximo concierto de la temporada, Jean-Yves Thibaudet y el Concierto para piano de Grieg entre música francesa. Israel David Martinez
(Foto: Riccardo Musacchio)
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