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Viaje con rumbo
Triunfo rossiniano
Por Publicado el: 14/09/2004Categorías: Crítica

Rotundo e inspirado inicio de ciclo

Ciclo Ibermúsica
Rotundo e inspirado inicio de ciclo
Obras de Mahler y Strauss. Y. Savory, D. Cramer, M.Wolf. Orquesta de la Bayerische Staatsorchester. Director: Z. Mehta. Auditorio Nacional. Madrid.
Gran inicio sobre el papel y en la práctica para el ciclo de Ibermúsica, el más lujoso de los sinfónicos que se celebran en España. La presencia de Zubin Mehta siempre añade valor. Más cuando esta vez ha venido con una orquesta que, si bien no es de las más conocidas concertísticamente hablando, si es una de las mejores agrupaciones de ópera que existen. Y más aún cuando se ha evitado el peligro de la superficialidad y falta de ensayos que acompaña a veces a este director, que puede fiarse de sus grandes capacidades y no entrar en el fondo de las músicas. El programa inaugural se había tocado este verano en el Festival de Munich con los mismos mimbres y se notó en la versión madrileña. Toda una exhibición de poderío para la Staatsorchester sacar de solistas a sus primeros atriles de la cuerda. Es inevitable sentir una tremenda envidia ante una orquesta proveniente de una ciudad, Munich, que cuenta con tres grandes agrupaciones y directores titulares como Thielemann, Maazel y Mehta. No hay otra en el mundo en circunstancias comparables.
La tercera sinfonía de Mahler enlaza con la segunda en su temática, aunque aquí no se habla de la resurrección del hombre, sino de la imposibilidad de que muera la naturaleza. Se trata de uno de los mayores cantos que a ella se hayan escrito e incluso el propio Mahler se lo comentó a Bruno Walter en 1896, mientras la componía: “Es inútil que mire el paisaje, la he metido todo en mi sinfonía”. Y, al igual que en la naturaleza, hay de todo en su primer tiempo, el más largo que escribiera Mahler. Metha lo llevó de memoria, como las demás obras, con el adecuado equilibrio para que las banalidades, que existen, no perjudicasen la arquitectura global. Marjana Lipovsek es mezzo veterana con perfecta para entonar las palabras de Nietzsche “Oh, hombre”, aunque hubiera sido deseable que hubiesen surgido desde un “piano” más pronunciado. La acompañaron muy correctamente el Orfeón Catalán y la Escolanía de Nuestra Señora del Recuerdo.
El segundo programa, al que asistieron SM la Reina y la ministra de cultura, se centró monográficamente en Strauss, el compositor que tanto ayudó al triunfo de la sinfonía anterior cuando el propio Mahler la dirigió en Berlín en 1902. Su aplauso ostentoso tras el primer tiempo evitó que naufragase como en las veces anteriores. “Mi tiempo llegará cuando el suyo haya pasado”, escribió Mahler en peculiar agradecimiento, como recordaba Carlos Gómez Amat en las notas al programa. “Don Quijote” y “Vida de héroe” son obras para lucimiento de solistas -viola, chelo, violín y también primeros atriles- y recreación de versiones. Las hubo, en lecturas clarificadoras de poder y rotundidad sin perder un ápice de su lirismo. Dos triunfos totales y sin mácula. ¡Que siga la racha! Gonzalo ALONSO

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